Segunda novela de lo que será la trilogía sobre Marco Ulpio Trajano, el primer emperador de Roma nacido fuera de Italia.
En primer lugar, decir que, en cierto modo, y sólo en cierto modo, me ha sorprendido gratamente la novela, quizá por las pocas expectativas que tenía depositadas, dada la peculiar manera de escribir del autor y la experiencia con sus anteriores novelas.
Ha mejorado algo el estilo, ya no resulta tan desalentador ver el uso de adjetivos, onomatopeyas y demás defectillos, parece que se modera un poco, ¿o será que yo me he acostumbrado y sé lo que voy a encontrar? No, creo que es que se modera, pero eso sí, ahí siguen apareciendo de vez en cuando.
La novela recurre a ciertos recursos para hacerla atractiva e interesante al lector, pero algunas veces con argumentos un poco tramposos y en otras se ve demasiado el plumero del escritor que no maneja bien los tempos. Por ejemplo, cuando ha planteado una intriga y llega el momento de resolverla, es lícito y hasta lógico demorar un poco la solución del enigma para crear tensión, pero se regodea tanto en ello que te cansa y esa tensión que busca se traduce en cabreo porque parece que te está tomando el pelo (que ya sé que no).
Me han sobrado los esquemas que va poniendo cada poco de cómo está la situación de la carrera cuando nos cuenta las que disputa el auriga Celer en el Circo Máximo, parece que estás viendo una retransmisión de la Fórmula 1, pero en televisión las posiciones las sobreimpresionan, algo que aquí no ha lugar y que tampoco interesa al lector, al fin y al cabo, ya sabemos quién va a ganar, poco nos importa que el tercer auriga de los blancos llegue sexto, cuando ni siquiera sabemos quién es.
Las tramas paralelas que va metiendo en el libro, cuyo tema central es el de las Guerras Dacias, resultan desiguales, tanto en interés como en intensidad, pero es que esas mismas subtramas, también tienen altibajos.
Yo creo que todo ello viene de un defecto principal, al libro le sobran páginas, pero muchas páginas, lo mismo que cuenta, podría haberlo hecho con la mitad de hojas y evitarse innecesarias dilaciones, estirando las historias hasta extremos imposibles y muchas reiteraciones que parecen fruto de ese afán por añadir páginas al texto.
Tampoco me ha gustado el exceso de didactismo del que sigue adoleciendo, hay que dejar que el lector se implique y no tratarle como a un iletrado, por ejemplo, cito un párrafo textual: apretó los labios hasta que se pusieron blancos por falta de riego sanguíneo. Vaya, lo del riego sanguíneo sobra, porque si no va a tener que explicarnos por qué gritan los legionarios cuando les clavan una flecha. Bueno, de esas tiene unas cuantas, un tanto sonrojantes.
Por lo demás, ya digo, entretenida y muy bien documentada y yo contento por haberme quitado de encima este ladrillo que tenía apilado desde hace tiempo.
No puedo con la novela histórica, y mira que lo intento...; la contemporánea me atrae más, la verdad.
ResponderEliminarCon esta no pierdes mucho (es mi opinión, claro) y mira que me fastidia, se ve que autor se ha documentado y le ha echado horas, pero...
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