lunes, 15 de diciembre de 2014

HANNAH ARENDT

Aunque nunca perteneció a ninguna comunidad religiosa, Hannah Arendt siempre se consideró judía. Educada por su madre en un clima liberal, durante su etapa universitaria, fue, no sólo discípula, sino también amante de Martin Heidegger, el filósofo que estuvo afiliado al Partido Nacional Socialista de los Trabajadores. Tras perder la nacionalidad alemana y ya con la II Guerra Mundial iniciada, Hannah fue una de las miles de recluidas en el Velódromo de París, de donde fue trasladada al campo de internamiento de Gurs, para acabar escapando, con un visado, a Nueva York vía Lisboa.
Hannah, comprometida con los refugiados judíos viajó a Alemania después de la guerra y allí comenzó a darse cuenta del curioso sentimiento que envolvía al pueblo alemán, una especie de huida de sus propias responsabilidades que cargaban sobre las potencias ocupantes, como si la consecuencia de sus miserias y de las ruinas entre las que se movían, no tuvieran nada que ver con el régimen nazi.
Crítica con el movimiento sionista, al que acusa de no ver los problemas que viven los palestinos que habitan el territorio del actual Israel desde antes de que ellos estuvieran allí, acaba obteniendo la nacionalidad estadounidense, en cuyo país continua con su labor profesional, sin renunciar a expresar sus posicionamientos políticos.
De abril a junio de 1961, Arendt asistió como reportera de la revista The New Yorker al proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén. De ahí surgieron inicialmente algunos artículos y después su libro más conocido y más discutido hasta el presente, Eichmann en Jerusalén, con el subtítulo Un informe sobre la banalidad del mal. Alrededor de la obra hubo intensas controversias. Sobre todo, la expresión «banalidad», en relación a un asesino en masa, fue atacada desde diferentes frentes.
Además de lo dicho, también se le reprochó a Arendt el haber visto el papel de los consejos judíos de forma demasiado crítica. Eichmann había exigido la "cooperación" de los judíos y la había obtenido en "una medida realmente sorprendente". De camino a la muerte, los judíos habrían visto a pocos alemanes. Los miembros de los consejos judíos habrían obtenido de los nazis un "enorme poder sobre la vida y la muerte", "hasta que fueron deportados ellos mismos".


Una Margarethe von Trotta en plena madurez, con la sapiencia de tantos años tras la cámara, nos acerca la figura de una mujer excepcional a través de una película irreprochable técnicamente, hecha con sobriedad, con unos planos estudiadísimos y unos elegantes movimientos de cámara, sobre todo cuando trata de mostrarnos a la protagonista en su ocupación más importante: Pensar.
Porque Hannah Arendt, básicamente es lo que hace y la dificultad, si se paran a pensarlo, de transmitir eso al espectador, no es fácil de solventar sin caer en un minimalismo tedioso.
Bien montada, sobre todo en el tramo de película en que va intercalando imágenes de archivo del juicio a Eichman, un recurso que sabe explotar magníficamente y que le sirve como soporte para explicar algunos de los argumentos de la historia narrada.
Sin duda, la interpretación, muy lograda y convincente, de Barbara Sukowa, contribuye a que la atención del espectador quede sutilmente atrapada en un film donde, a priori, no resulta nada fácil hacerlo. Ese es uno de los méritos de la película.


El otro, acercarnos con acierto, la figura de esta mujer, una mujer que piensa, algo que siempre ha resultado peligroso para quien realiza tal ejercicio y si va contracorriente, ni te cuento.
El tándem Von Trotta/Sukowa, sabe transmitir muy bien la dualidad de la protagonista, fría y muy profesional en su tarea como pensadora y cercana, incluso afectuosa, en su relación con las personas de su más íntimo círculo.
Su teoría de la banalidad del mal, es un intento de bucear en las causas sin conformarse con conocer el mal. No me basta con saber que algo está enfermo, quiero saber porqué lo está, algo así.
Lo que ocurre es que muchas veces, eso de pensar nos lleva a conclusiones que se salen de lo políticamente correcto y lo más fácil es guardarse las reflexiones para uno mismo, algo a lo que esta mujer no está dispuesta, si de algo va sobrada es de coraje, por más que la exposición de su pensamiento, hoy ampliamente aceptado, al menos como punto de partida o motivo de reflexión, le valga una especie de linchamiento moral.
Película más que interesante, con planteamientos claros, de esos que llegan fácilmente al espectador y con un mensaje muy, pero que muy actual, hoy estamos rodeados de malvados de ese tipo, que no envían a la gente al campo de exterminio, pero utilizan métodos menos llamativos y más sofisticados.




12 comentarios:

  1. No me gustó demasiado: la puesta en escena no estaba muy cuidada, con movimientos forzados de los actores; por otro lado el mensaje es demasiado repetitivo. Aunque la historia de esta mujer es bastante interesante, está regular contada.
    Saludos.

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  2. Yo creo que está bien, pero a ratos también aburre.

    Saludos Trecce.

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    1. No me aburrí en absoluto, pero porque el asunto me pareció de lo más interesante. Ya sabes que esas cosas dependen del espectador.

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  3. No la vi, pero voy a tenerla en cuenta.
    Buen blog.
    Un abrazo.
    HD

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  4. Suena bien Trecce. Parece una historia original.

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  5. Buena película y extraordinaria mujer. La banalidad del mal de esa época (causar el mal por cuestiones de raza o nación, sin siquiera ruborizarse) es hoy la codicia. El poderoso no tiene pudor en adueñarse de lo que no es suyo, mientras algunos escarban en los contenedores de basura en busca de alimentos.
    Un abrazo.

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    1. Hoy en día, como digo en la entrada, no se manda a la gente a los campos de exterminio, pero hay métodos más sutiles para hacerles perder la dignidad.
      La banalidad del mal, en esta época presente, es que mucha de esa gente, los corruptos que nos rodean, cometen sus corruptelas en la seguridad de que es algo que se les debe porque son muy importantes, ellos y la labor que hacen y se apropian de lo que no les corresponden como si fuera una retribución merecida a su trabajo (a lo que ellos consideran un trabajo, claro)

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  6. Me encantó…. creo que el mensaje que dejó esta mujer es muy interesante...

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