viernes, 3 de mayo de 2013

NAPOLEÓN

La acción nos traslada a la Francia de 1780 y concretamente a los terrenos que circundan el edificio de la Escuela Militar de Briennes-le Château, donde los alumnos, enfrentados en dos bandos, llevan a cabo una reñida batalla de bolas de nieve. Uno de esos dos bandos está dirigido por un joven alumno, Napoleón Buonaparte, un joven procedente de Córcega, que lleva a sus compañeros a la victoria, impresionando a los profesores por su capacidad de liderazgo, sus dotes para la estrategia y su precoz inteligencia.
Es un niño marginado por sus compañeros, en parte por la envidia que sienten hacia él.
Unos cuantos años más tarde, cuando la Revolución Francesa está siendo engullida por sus propios excesos, Napoleón es un joven general que comienza a destacar y que está a punto de llevar a Francia a ser un imperio como nunca antes lo había sido.



Estamos ante un joya del cine universal que, gracias al empeño de mecenazgo de Francis Ford Coppola y al primoroso trabajo, más que una simple restauración, de Kevin Brownlow, llega hasta nosotros rescatado en todo su esplendor y completado por la partitura musical que acompaña al film restaurado, obra de Carmine Coppola (padre de Francis).


Abel Gance, considerado por muchos como el padre de la vanguardia cinematográfica francesa, concibió el film como parte de un proyecto de 6 películas que nunca llegó a realizarse por falta de fondos.
Esta primera entrega, se corresponde con los primeros años del joven Bonaparte y su ascenso al poder político y militar, más o menos hasta el comienzo de la campaña de Italia en 1796.


Zamparse una peli de 4 horas, como esta, requiere una buena dosis de paciencia y no menos entusiasmo por parte del espectador que confía en que lo que ha leído sea verdad y esté, realmente, ante un film que merece la pena tal ejercicio de entrega.
En buena media, el trepidante ritmo conseguido con el montaje, hace que la película no se haga excesivamente larga.


Estamos en la última etapa del cine mudo y uno de los mayores reconocimientos que se hacen al film por parte de los aficionados y críticos, es la gran cantidad de innovaciones técnicas que Gance aporta al panorama cinematográfico. Aparte de mencionado montaje, con el que consigue dar ritmo a la película; experimentó con trucajes de todo tipo; usó planos deformados; pantalla partida (lo que el llamó Polyvisión, tres décadas antes de la llegada del Cinerama); superposición de imágenes con las que busca expresar sentimientos, estados de ánimo o la imaginación del personaje, recursos muy importantes al carecer de sonido; movimientos de cámara innovadores para la época (cámara en mano, cámara subjetiva); travellings aéreos; espejos distorsionantes...


Algunas de las secuencias son realmente destacables, la inicial con la batalla de bolas de nieve; la pelea de almohadas en el dormitorio, con las plumas flotando en el aire; la maravillosa y larga escena de la tormenta, en la que Napoleón, huyendo de Córcega, se enfrenta a la tempestad marítima en un pequeño bote, mientras va alternando imágenes de la tormenta que se vive en la Asamblea Francesa filmadas con una cámara aérea; la escena del asesinato de Marat (Antonin Artaud), recreando el famoso cuadro de David.


Las actuaciones, todas muy notables, comenzando por la del propio protagonista, Albert Dieudonné, un magnífico Napoleón. El realizador transmite sensaciones a base de primeros planos de las manos, los labios y, sobre todo, las miradas de los actores.
El estilo de Gance es desmesurado, a veces barroco, a veces colosalista, siempre lírico y poético, muchas veces muy literario y a menudo cargado de símbolos (el águila, la bandera francesa que sirve de vela para la barquichuela...).


Film olvidado, incluso menospreciado, durante años, en parte por las numerosas versiones que se fueron haciendo (alguna del propio Gance), que fueron acortando y desvirtuando el original y que representa no sólo el tiempo que retrata, sino también la época en que fue rodada. Una oportunidad asimismo, para acercarse a los primeros años de Napoleón, olvidados en favor de la época del imperio, de la mano de un film en el que la simbología y los rostros, hablan a través del silencio.




10 comentarios:

  1. Esta seguro que intento verla. Tiene una pinta estupenda.

    ResponderEliminar
  2. Francamente la película está muy bien y copia perfectamente la evolución de los genios desde su más tierna edad hasta comienzan a ejercer su liderato.

    ResponderEliminar
  3. No la he visto, pero me parece un poco larga, ahora que como dices será cuestión de paciencia, y al que le guste mucho, puede que le resulta hasta corta.

    Saludos Trecce.

    ResponderEliminar
  4. No conocía esta versión. Muy bien narrado

    ResponderEliminar