jueves, 14 de julio de 2011

ALCABALAS

Que el autor debe cobrar por su trabajo, es algo que está fuera de toda discusión.
La cuestión no es el qué, ni el cuánto, eso es cosa de cada cual y de lo que el consumidor esté dispuesto a pagar, en fin, ya saben, eso de las leyes del mercado. La cuestión peliaguda es el cómo.
La SGAE nació como una sociedad destinada a proteger los derechos de los autores y a cobrar el dinero que les correspondía por sus creaciones. A partir de 1995, se reestructura y decide englobar a otros sectores: Distribuidores, editores...
Y entonces la cosa ya empieza a no estar tan clara, porque esa gente no crea nada, hace negocio con las creaciones de otros y no me refiero precisamente a los que menos interesados están en esta movida, a los editores que hacen esa gran labor por amor al arte y perdiendo dinero, yo hablo de los grandes tiburones de la edición y distribución.
La cultura en este país nuestro está subvencionada, salvo contadas excepciones, así que la pagamos entre todos. Las bibliotecas públicas se mantienen con nuestros impuestos y así sucesivamente.
Pues bien, el ciudadano de a pie paga por lo que consume y por lo que no consume, ya sabéis lo del famoso canon, por si acaso... Pero es que pagamos dos veces. Tu dinero vía impuestos, paga el mantenimiento de la biblioteca y la SGAE cobra por tener libros en ella.
¿Te parece sangrante?, pues eso no es nada, hay más. El otro día leía en el periódico que un escritor y periodista local, se llevaba las manos a la cabeza al enterarse de que una compañía de teatro aficionado, había tenido que pagar un puñado de dinero por representar una obra.
El dinero que cobra la SGAE en estos casos, lo calculan sobre el aforo total del teatro, después, en teoría, te devuelven en función de las entradas vendidas, eso sí, ellos ya han cobrado de manera preventiva y, a veces, según cuentan, lo de devolver la diferencia puede tener bastantes complicaciones.
Además, la obra se la había escrito ex profeso para ellos el articulista que denunciaba el caso, sin cobrarles un duro y para más inri, él no pertenece a la SGAE.
Estas cosas, las sabemos todos y todos intuíamos lo que podía pasar, con la connivencia de las autoridades que, por razones políticas se han plegado a las demandas de los poderosos grupos de presión (PRISA, PLANETA...) ¿Y, mientras tanto, qué dicen los autores? Pues algunos están que trinan, porque por todas estas movidas, la percepción que tiene la gente de la calle, el parado, el joven, el funcionario con el sueldo rebajado, el jubilado al que no alcanza la pensión, es que esta gente ha encontrado un filón que, en estos tiempos difíciles, cuando muchas empresas cierran y hasta algunos bancos están con la soga al cuello, les está reportando pingües beneficios, más que si hubieran encontrado un pozo de petroleo, porque este acabaría secándose.

4 comentarios:

  1. Lo has explicado muy bien, nadie discute los derechos de autor, aunque es verdad que hay mucho pirata, pero ellos son los primeros en tratarnos indiscriminadamente de ladrones...y los discos y los libros son muy caros, está claro que alguien se lo lleva calentito.
    Además los métodos son mafiosos y no se recatan en amenazar y en colarse en eventos particulares lo cuál es incluso más grave que lo que pretenden evitar.
    Les está bien por chorizos y lametraseros del poder, y veremos si no salen cosas más gordas de estos amoríos...

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  2. La ministrila Sinde, a la altura de las circunstancias. No me gustó nada en aquellos momentos de la Ley; ahora menos. Saludos

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  3. Créeme, Maribel, que muchos autores están más que quemados, no de ahora, de hace mucho tiempo, porque algunas de estas cosas se veían venir.

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  4. Yo creo, Manuel, que han dado alas a gente que ha acabado por hacer de su capa un sayo y mira que no he querido nunca ser crítico con estas cosas, porque también hay mucha demagogia en todo esto. Creo que se debe pagar a los autores, pero en el momento en el que la industria, sobre todo las distribuidoras, se han metido aquí, esto no tiene ya nada que ver con lo que inspiró la creación de la SGAE y el último escándalo ha sido ya la puntilla para que no nos creamos nada de lo que nos dicen.

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