domingo, 3 de julio de 2011

TORA! TORA! TORA!

A veces nos quejamos de la poca objetividad de algunos de los filmes que vemos.
Como digo siempre, esto es cine, otra cosa son los documentales, pero es cierto que incluso en estos se puede ser subjetivo, basta con meter la tijera por aquí o por allá, o hacer un par de breves comentarios entre secuencia y secuencia para darle un sesgo que se acomode a cómo lo vemos nosotros y no como realmente ocurrió.
Pero sea como fuere es cierto que hay películas tan parciales que sonrojan.
Tora! Tora! Tora! es un paradigma de objetividad, hasta cierto punto, es cierto, porque le falta un pelín en el largo preámbulo del ataque para serlo de veras, pero lo es y, desde luego, nada más lejos del victimismo yankee que estamos acostumbrados a ver en alguna que otra producción.
Aquí tenemos el ataque a Pearl Harbor y sus preliminares contados tal cual, hasta donde conocemos, sin chica y trama amorosa de por medio, ni maniqueísmos exagerados sobre lo malos que eran los japoneses, ni tampoco americanos heróicos que ellos solitos derriban media escuadrilla de zeros. Pero a la vez, es una película, una gran producción que nos pone por delante más de dos horas de buen cine bélico.


La idea de que las escenas correspondientes a los japoneses fueran rodadas por directores nipones, fue una apuesta que, cinematográficamente, les salió redonda, algo que a priori no dejaba de ser una apuesta valiente.
A pesar de que Richard Fleischer se hizo cargo de la peli tras rechazar la productora el larguísimo plan de rodaje de Akira Kurosawa, mantuvieron a los dos directores japoneses, Kinji Fukasaku y Toshio Masuda y, repito, yo creo que para bien.


El film está plagado de buenos actores, por ahí andan ellos, dejando su sello y su buen hacer interpretativo, pero no hay protagonistas, cada cual tiene su momento, o sus momentos a lo largo del metraje, pero el verdadero protagonismo lo toman la cadena de pequeños errores, de sinsentidos, de absurdos, de oficiales poco resolutivos, o de otros que, siéndolo, piensan con el trasero.
Políticos que se meten en camisas de once varas, acaban por completar el puzle que hizo que aquella acción fuera posible y, por otro lado, que no significara lo que los japoneses pretendían, sino todo lo contrario, de ahí la frase del almirante Isoruku Yamamoto que cierra el film: Creo que hemos despertado a un gigante dormido.


El proyecto contó con un gigantesco presupuesto (he leído en algún sitio 25 millones de dólares) y supieron sacar buen provecho de ellos, las escenas de guerra son magníficas, espectaculares travellings aéreos para mostrarnos los ataques de los cazas japoneses, pero también para mostrarnos la flota nipona y unos planos, al principio, del navio en el que se va a producir la toma del mando de la flota combinada por parte de Yamamoto, con toda la marinería formada en cubiertas y puentes que es impresionante.
Algunas de las maquetas que se emplearon de los barcos americanos anclados en Pearl Harbor, eran de tamanño natural, así que no me extraña el gran verismo que tiene toda la reconstrucción del ataque.


Si queréis ver una gran película sobre el ataque japonés a Pearl Harbor, espectacular y con gran respeto por lo que de veras ocurrió de un lado y otro, dejaros en paz de Ben Affleck y Josh Hartnett, la peli buena es esta otra.




No hay comentarios:

Publicar un comentario