Si a alguien que no entienda mucho de cine (el menda, por ejemplo), le dicen que en una peli se entremezclan los nombres de Gary Cooper, Claudette Colbert, David Niven, Billy Wilder y Ernst Lubitsch, se le ponen los ojos a cuadros y da por hecho que va a ver "algo".
La historia es mala, o a mi me lo parece, a veces me daba un poquitín de vergüenza asistir a algunas de las escenas de la peli, verdaderas chorradas sin pies ni cabeza, desfasadas y un tanto ridículas.
Y sin embargo, lectores y lectoras (o al revés), es una peli deliciosa.
Es lo que tiene poner en las manos adecuadas cualquier asunto que, de lo que sea, saca provecho. Al final, cuando han transcurrido los 80 minutos de film, se nos olvidan las tonterías y nos queda la sensación de que ha merecido la pena, de que hemos visto una comedia y nos queda el regustillo ese de haber pasado un rato entretenido.
La historia es mala, o a mi me lo parece, a veces me daba un poquitín de vergüenza asistir a algunas de las escenas de la peli, verdaderas chorradas sin pies ni cabeza, desfasadas y un tanto ridículas.
Y sin embargo, lectores y lectoras (o al revés), es una peli deliciosa.
Es lo que tiene poner en las manos adecuadas cualquier asunto que, de lo que sea, saca provecho. Al final, cuando han transcurrido los 80 minutos de film, se nos olvidan las tonterías y nos queda la sensación de que ha merecido la pena, de que hemos visto una comedia y nos queda el regustillo ese de haber pasado un rato entretenido.
Por un lado, los actores, nada vamos a descubrir, tienen nombre y fama merecida y aquí lo hacen de maravilla y, encima, están guapos, con sus rostros jóvenes que encandilan y con su saber moverse ante la cámara que magnetiza, sobre todo en el caso de Mr. Cooper, que lleva casi todo el peso de la acción.
El guión, ingenioso, divertido, con frases y diálogos memorables, muchas escenas para el recuerdo, gags de lo más afortunado y divertido. Una gozada.
Y por encima de todos ellos, Lubitsch repartiendo estopa a diestro y siniestro, con la gracia y la maestría que le distinguen, riéndose de esa pretendida incultura de los yankees, que es lo que nos hace a los europeos sentirnos superiores ante los dueños del dinero, pero, al mismo tiempo, dándole lo suyo a esa grey de franceses que pueblan la Riviera, a los que nos retrata como vagos, buscavidas, nobles venidos a menos, y que viven gracias al dinero americano, a pesar de ser unos ineptos. Aquí David Niven, borda su papel, igual que Edward Everett Horton.
Película considerada menor entre las de Lubitsch, pero con ese toque suyo que las hace tener algo especial.
Divertida comedia, sin mayores pretensiones y que logra, de largo, su objetivo, incluso alguno más, ya que en alguno de sus planteamientos resulta, incluso, moderna.
Es que, amigo Trece, tiene mayor importancia el intérprete que el guión. Puede ser un guión muy bueno y un mal artista lo estropea. Y al reves, una historieta mala, puede resultar interesante si los papeles principales están interpretados por personajes como Gary Cooper y los demás que le acompañan en esta cinta.
ResponderEliminarSaludos cordiales
El guión es muy bueno, Brackett y Wilder, son sinónimo de buen hacer y casi de éxito seguro, lo que a mí me parece flojillo es la historia en sí, creo que me expliqué mal. Pero eso no quiere decir que el guión sea malo, ni mucho menos, todo lo contrario, es capaz de sacar partido muy divertido sobre una base poco sólida (a mi juicio, claro).
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