martes, 25 de mayo de 2010

MIS GLORIOSOS HERMANOS

Los judíos de Israel que vivían bajo el dominio Sirio, tenían una cierta autonomía religiosa e incluso civil. Vamos que se les dejaba vivir bajo sus propias leyes a cambio de pagar los impuestos con los que se veían gravados.
Así fue hasta que en en el 175 A.C., tomó el poder Antioco IV o Antioco Epifanes que se veía a sí mismo como representante de la cultura helenística. Pretendió que esa cultura fuera la imperante en todos sus dominios, incluída Judea. Allí hubo partidarios de tal iniciativa, los llamados "helenistas", gente de las capas sociales más altas. Pero una gran mayoría del pueblo, se opuso a perder su cultura, fueron los llamados "jasidim".
Antioco Epifanes quiso convertir a Jerusalem en una ciudad griega, publicó edictos contra la religión judía, obligó a presentar ofrendas a los dioses en el altar erigido en el Templo, prohibió observar el shabbat, el estudio de la Torá y cumplir la mitzvá de la circuncisión.
El pueblo se sintió atacado, vejado y en el año 167 A.C., estalló la revuelta contra estos gobernantes que querían imponer a la fuerza su civilización a los judíos.
La historia que arranca en este punto es la que narra este libro, cómo el viejo "adón" (señor, jefe de la comunidad, en hebreo) Matatías (Matithiahu el Jashmoneo), mató al soldado que quiso ofrendar un cerdo sobre el altar de sus antepasados y se fue a las montañas con sus cinco hijos, Juan, Simón, Judas, Jonatás y Eleazar (Iojanán, Shimón, Iehudá, Ionatán y Eleazar).
La revuelta comenzó en Modín (Modiín), la aldea en la que vivía el viejo adón con sus hijos, pero se les fueron uniendo gentes de todo el país y, más adelante, judíos llegados de todos los confines del antiguo imperio de Alejandro.
Fue una lucha desigual, de muchos contra pocos, de mercenarios armados y entrenados para la guerra, contra campesinos mal equipados y que jamás se habían enfrentado a nadie.
La novela es un canto épico a la lucha por la libertad, pues el levantamiento está considerado por algunos como la primera batalla por la libertad de un pueblo.
No fue, como se ha dicho, una guerra de guerrillas en el sentido en que la entendemos aquí en España, con el antecedente de la Guerra de la Independencia. Vaya, es mi opinión personal. Judas, el Macabeo (un título que se concede a alguien surgido del pueblo y elegido por este para encabezarle en una lucha), hostigaba como podía a los ejércitos greco-sirios, pero no eran partidas sueltas y sin conexión, como pasó aquí en la guerra contra los franceses. Ellos estaban organizados y llegaron a formar un ejército con miles de personas, lo que ocurre es que enfrente tenían tropas que les superaban en número y preparación con mucha distancia, por lo que emplearon tácticas de ataque y huída, de acoso a los flancos, de encauzar al enemigo hacia desfiladeros y zonas de difícil acceso donde, aprovechando que los judíos conocían el terreno y no iban provistos de las pesada impedimenta del ejército regular, se movían con mayor soltura y conseguían masacrar a los invasores, mediante la llamada "lluvia de flechas", o en combate cuerpo a cuerpo en zonas estrechas, donde los sirios no podían atacar todos a la vez, sino en estrechas filas, con lo que se equiparaban las fuerzas, al tiempo que eran hostigados desde las alturas por los arqueros.
En la lucha cayeron muchos judíos, entre ellos Eleazar,pero Judas (el Macabeo), consiguió conquistar Jerusalem y purificar el templo en el 165 A.C.
Las luchas continuaron, Judas murió y sus hermanos continuaron la pelea, fortaleciendo el reino y consiguiendo que los decretos de Antioco fueran anulados.
Todos estos episodios, tienen un especial valor para un pueblo que se considera pacífico, que rehuía el combate poniendo por delante el precepto de "no matarás" y que se ha visto perseguido y expulsado de mil y un lugares a lo largo de los siglos. Aún hoy, judíos de todo el mundo conmemoran aquellos días en que los "Gloriosos Hermanos" les devolvieron el orgullo con la festividad de Janucá o Fiesta de las Luces (de la que ya se ha hablado en este Blog).
Howard Fast publicó la obra en 1948. Fast era un luchador que participó en la Oficina de Información de Guerra de su país durante la Segunda Guerra Mundial. Después se afilió al Partido Comunista, lo que le valió la implacable persecución que podéis imaginar durante el macartismo, casi nada, judío y comunista. Entre rejas escribió su novela más famosa "Espartaco", que Edgar Hoover trató de que no se publicara. No sólo lo hizo, sino que fue llevada al cine, como sabemos, en 1960, con Kirk Douglas como protagonista. Tras recibir el premio Stalin de la paz en 1953, dejó el comunismo por el espanto que le produjo la represión en la invasión de Hungría en el 56.
Quiero dejar un par de frases de la novela:
- "Tratad al extranjero que habita en medio de vosotros como al índígena de entre vosotros, ámale como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en Egipto" (Extraído del Levítico, 19,33)
- "En este país, donde todos los hombres leen, charlan y filosofan, no puede formarse una capa superior y culta de seres humanos, un grupo como el que es riqueza y gloria de Roma; esta extraña democracia judía es tan persistente y diabólica que debe ser mirada como una enfermedad contra la que ningún país es inmune"


4 comentarios:

  1. Tiene una pinta estupenda, me lo apunto para este veranito...

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. No está mal y además la novela es cortita, se lee bien.

    ResponderEliminar
  3. "La resistencia al tirano es la mejor forma de obediencia a D¨s"
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La rersistencia al tirano es un acto de heroísmo, no siempre bien entendido y que puede tener consecuencias trágicas para el resistente.

      Eliminar