Urgida por la necesidad de dinero para pagar sus deudas personales, una condesa vende unos pendientes que le regaló su marido al día siguiente de su boda, y a éste le dice que los ha extraviado. El joyero, indiscreto, le cuenta al conde lo sucedido, y le vende la joya que, a su vez, le entrega a su amante. Tras distintos avatares, llegan a manos de un diplomático italiano que, cuando regresa a París desde Constantinopla, conoce a la condesa.
El guion adapta la novela del mismo título de la novelista, poeta y periodista francesa Louise de Vilmorin, publicada en 1951. La autora era amiga del realizador del film Max Ophüls.
Una historia que podría ser tan anodina como aburrida, y que en manos del realizador franco-germano cobra tintes de gran obra de arte. Y es que Ophüls despliega todo su talento, con diálogos trabajados, sutiles pinceladas de humor, movimientos de cámara prodigiosos, con esos interminables travellings, las tomas a través de las vidrieras de puertas y ventanas que con tanto arte prodigaba y esos fastuosos decorados llenos de barroquismo, junto con un vestuario que le valió una nominación al Oscar. Todo ello apoyado por las magníficas interpretaciones en las que destacan los dos protagonistas masculinos, Charles Boyer y Vittorio de Sica.




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