martes, 1 de septiembre de 2015

LA TÍA TULA

Ramiro (Carlos Estrada), empleado de banca en una ciudad de provincias, acaba de quedar viudo cuando aún es relativamente joven y con dos hijos a su cargo.
Los tres irán a vivir a casa de su cuñada Tula (Aurora Bautista), quien prometió a su hermana en su lecho de muerte que se haría cargo de los niños.
Desde los primeros días Tula se vuelca en la educación de sus sobrinos y en el cuidado diario de estos y su padre, sin embargo, pronto, la relación de Ramiro y la protagonista, se hace tensa, cada vez más incomoda por la actitud de él que, primero de forma solapada y más adelante explícitamente, requiere los favores de su cuñada que, por contra, se muestra firme en su deseo de no ir más allá y reservarse solamente el papel de ama de casa y soporte moral y material de su familia adoptiva, a pesar de que todo lo que la rodea parece empujarla a que se pliegue a los deseos de Ramiro, haciendo caso omiso de su voluntad de no contraer matrimonio.
Ramiro continúa acosado por su irrefrenable apetito sexual y durante unas vacaciones en casa del tío de Tula, forzará a la hija de este, poco más que una niña, y como resultado ella quedará embrazada, por lo que Ramiro se verá abocado a casarse de nuevo, aunque no con quien esperaba.


Adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Miguel de Unamuno, el guión se centra en una parte de la misma. Mientras la novela explica los antecedentes del matrimonio entre Ramiro y Rosa y la implicación que tiene Tula en el mismo y además narra lo que ocurre tras el matrimonio de Ramiro y la joven a quien deja embrazada, la novela se centra en el periodo que va desde la muerte Rosa a las segundas nupcias de Ramiro.
Además algunos de los personajes cambian y la película introduce algunas cosas nuevas que no están en la novela.
Con todo ello, Miguel Picazo, en cierto modo reescribe la novela de Unamuno, alterando en cierta medida el mensaje de la misma, pero en líneas generales estamos ante una buena adaptación que en todo momento se muestra deudora de la novela en que se basa.
Antes de nada, reivindicar la gran actuación de Aurora Bautista, una actriz en ocasiones maltratada por la crítica y el espectador actual, pero aquí descubrimos a la gran actriz que es, lejos de aquella que declamaba de manera casi estentórea en películas como Locura de amor.
Aquí logra una interpretación sublime, ella es el centro de todo el film, incluso cuando no está presente, su personaje está latente. Cargado de una sensualidad sutil que se manifiesta de forma abierta (la escena en la que está cubriendo sus piernas de perfume en la orilla del río, por ejemplo), y también se sugiere en los detalles más cotidianos, resulta llamativo como esta mujer logra dotar a las acciones más nimias (planchar, servir la comida, fregar los cacharros...) de una sensualidad y un erotismo latente que no recuerdo tenga igual en el cine español de la época.


Estamos ante una de las grandes películas del cine español que no tiene nada que envidiar a las que firmaron los realizadores más famosos del cine francés o italiano, de hecho, ni el mismo Picazo fue capaz de igualarse nunca más a sí mismo en esta su ópera prima.
Aunque el guión toma partido por el personaje masculino, arrimando el ascua a las pretensiones de Ramiro y justificando las mismas, desvirtuando el sentido que la novela da al personaje de Tula, en que ella es más una vestal que renuncia a los hombres por principios y convicción, sin embargo, el espectador que sepa ver un poco más allá, observará que a pesar de todo, Tula sigue siendo un anticipo de la mujer actual y, en cualquier caso, la película traza un espléndido retrato de su situación en la España del momento.
La película tiene unas cuantas escenas de gran calidad, no sólo por lo bien rodadas, sino porque saben transmitir perfectamente su mensaje al espectador, a destacar, en este sentido, lo bien que nos hace llegar la tremenda tensión sexual entre la pareja protagonista, hasta el extremo de que el espectador puede sentirse incluso molesto o cuanto menos turbado.
Ni que decir tiene que la película pasó por el tamiz de la censura, hasta ocho tijeretazos profundos hubo de soportar Picazo. Sin embargo, sin justificarla (me opongo a cualquier tipo de censura), he de decir que, sin querer, le ha hecho un pequeño favor, sobre todo a la hora de cortar escenas de contenido sexual que han quedado sugeridas más que explicitadas, lo que, bajo mi punto de vista (y el de muchos más), es un beneficio para el film.
Me encanta cada vez que veo esta peli, la escena de la despedida de soltera, en la que Tula y sus amigas (grandes Irene Gutérez Cava y, sobre todo, Laly Soldevilla) nos trasladan esa juerga de mujeres que es una especie de ritual reservado a su sexo, casi en clave iniciática en el que ellas dan rienda suelta a ciertas cosas casi prohibidas en aquella sociedad represiva y reprimida y eso es hallazgo de la película, que conste.
Muy buena también la escena de la confesión de Tula, con un espléndido José Mª Prada dándole la réplica, que acaba con un par de frases de Tula que son un perfecto retrato de su personaje: "Yo no soy remedio de nadie" y ante la respuesta del sacerdote que la reprende por soberbia, Tula responde: "No es soberbia, es respeto por mí misma".





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