martes, 4 de agosto de 2015

GENERACIÓN DEL 98

Estoy casi convencido de que los integrantes de la llamada Generación del 98, se han librado de ser enterrados literaria e históricamente, gracias a la incuestionable calidad de sus respectivas obras, ante las que hasta sus más conspicuos detractores, han de agachar la cabeza.
Este variopinto grupo de personajes, de escritores, englobados bajo la etiqueta del 98, fueron (y siguen siendo, pues sus escritos permanecen), bastante políticamente incorrectos.
En un país en el que no se le perdona a nadie con cierto relieve social que se quede al margen de tendencias, estos hombres a quienes fascismo y socialismo quedaban lejos (¡qué chusma!, dijo Baroja de unos y otros), ni la izquierda, ni la derecha han acabado nunca por aceptarles del todo, los unos, quizá porque hablaban de España y encima, siendo como eran periféricos, los otros, tal vez porque lo hicieron con sentido crítico, más bien ácido, diría yo.
Al único que salvó la izquierda, lógicamente, fue a Antonio Machado (por cierto, su discurso a las juventudes socialistas, produce vergüenza ajena), a pesar de ser un escritor burgués, los avatares de su vida, sobre todo de sus últimos años y su muerte en el exilio, hicieron que fuera bien acogido por la progresía cultural. Los restantes se mostraron más o menos coherentes con lo que eran: Unamuno, que se había enfrentado al dictador Primo de Rivera, sufriendo destierro, apoyó el golpe inicialmente, si bien su enfrentamiento con Millán Astray, le redime un tanto a los ojos de ese sector de izquierda. Los restantes, no mostraron apoyo a la República, es cierto, pero tampoco a los sublevados, aunque en algún caso, cual sucede con Baroja, llegó a reconocer que con estos, el futuro sería menos catastrófico que con el llamado Frente Popular. En origen, otros sí que se mostraron pro-republicanos en principio, de hecho formaron parte, incluso fueron fundadores de la Asociación al Servicio de la República, se trata de Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala, pero en cuanto aquello tomó una deriva sectaria, se apresuraron a dejar de lado aquella República que, hay que decirlo, en su nacimiento despertó tantas esperanzas. Conocida es la frase de Ortega que muestra la desilusión por la ocasión perdida: No es esto, no es esto.
El caso es que, esta generación de espléndidos escritores y pensadores, sigue hoy pagando las consecuencias de una Guerra Civil en la que no intervinieron ni como precursores, ni mucho menos como inductores y el absurdo llega al punto de que a la hora de actualizar callejeros, en algunas ciudades y pueblos invocando la llamada memoria histórica, incluían los nombres de Unamuno, Baroja, Azorín, etc., entre aquellos susceptibles de ser borrados del nomenclator urbano.





2 comentarios:

  1. Qué grande todos... por elegir, aunque no sea el caso, me quedo con Baroja de quien conozco mucha de su obra. Pero todos geniales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aunque para la crítica, Unamuno es el más completo (teatro, poesía, novela...), a mí también me gusta, como novelista, Baroja especialmente. Pero, como dices, todos ellos son inmensos.

      Eliminar