miércoles, 19 de agosto de 2015

EL PROCESO

Josef K (Anthony Perkins), un oscuro empleado de una oficina, despierta una mañana sobresaltado cuando ve que la puerta del cuarto de la pensión en la que se aloja, comienza a abrirse lentamente. Por ella penetra un hombre con gabardina y sombrero, algo que extraña sobremanera al Sr. K, dado que son las 6 de la mañana y la puerta por la que ha entrado es la que separa su cuarto del de otra inquilina, la señorita Burstner (Jeanne Moreau), que aún no ha regresado, pues trabaja en un cabaret y suele hacerlo muy tarde.
Aunque el intruso no llega a decirlo con claridad, Josef sabe que es un policía y sospecha que ha ido a interrogar a Marika Burstner, sin embargo, tras unos diálogos llenos de despropósitos, el hombre le comunica que a por quien ha ido es a por él y que debe acompañarlo en calidad de detenido. Por más que lo intenta, Josef no consigue que se le hagan saber los cargos que pesan sobre él y, aunque es dejado en semilibertad para que pueda acudir a su trabajo, al final se le obliga a comparecer ante un tribunal con el fin de dilucidar si se inicia el proceso. Josef se muestra valiente y decidido ante el peculiar tribunal, denunciando la irregularidad en la que le han puesto, sin ningún tipo de garantía procesal.
A pesar de que no desea ponerse en manos de abogado alguno, un tío suyo, el familiar más cercano que le queda, le convence para que visite a un letrado conocido suyo, el Sr. Hastler (Orson Welles), otro peculiar personaje en el que Josef nunca llegará a confiar, convencido de que todo forma parte de una conspiración.



Adaptación de la novela homónima de Franz Kafka, uno de los títulos fundamentales de la literatura del siglo XX.
Welles, realizador del film y autor del guión, respetando el mensaje final de la misma, hace un traslado libre del texto a la pantalla.


La banda sonora, de Jean Ledrut, repite, desde el mismo inicio, el famoso Adagio en sol menor, del veneciano Tomaso Albinoni, que a pesar de ser una obra del XVII/XVIII, había sido publicada solamente cuatro años antes del estreno del film y que, como otras cosas en él, tiene un fuerte carácter simbólico.
Welles no toma el papel protagonista, que interpreta con brillantez Perkins, sino que se reserva un papel secundario, pero de gran importancia y con diálogos de peso en la narración.
Actores destacados del film, son, además de los mencionados, Romy Schneider, en una interpretación que causó polémica entre sus fans, por lo alejado que está de sus interpretaciones edulcoradas en otras películas; Jeanne Moreau y el gran secundario Akim Tamiroff, para mi gusto, de lo mejor de la película, interpretando al Sr. Bloch, otro cliente del abogado que defiende a Josef K y que se halla en una situación similar a la de éste.


Welles contó con absoluta libertad en este film, que él calificó como su preferido, pero con la cortapisa del limitado presupuesto.
Hace gala de un sin fin de recursos técnicos, con movimientos de cámara que recorren un amplio abanico (primeros y primerísimos planos, picados y contrapicados, planos-secuencia...); los decorados que mezclan el ambiente opresivo de algunos escenarios, con otros de inmensidad desorbitada (grandes espacios, edificios grandiosos, pasillos interminables...). Es memorable la escena de los 600 empleados de la oficia en que trabaja K, en un espacio único, rodada en la antigua Gare d'Orsay justo antes de que se convirtiera en museo. Y, por contra, el de la escena inicial, la habitación de Josef, con el techo bajo, de manera que en el mismo fotograma podemos ver suelo, techo y paredes del recinto.


De esos films que no están hechos para todos los paladares, muchos espectadores la encontrarán tediosa y aburrida, sin embargo estamos ante todo un monumento de la cinematografía. Para Welles, a través de su adaptación, lo importante no es el proceso, ni siquiera la crítica al sistema judicial que es uno de los argumentos de la novela de Kafka, él se centra en la alienación del hombre por el poder, en la crítica premonitoria de Kafka hacia acontecimientos que estaban por venir y que él adivinó con absoluta clarividencia. Las referencias al Holocausto, a la misma guerra, son constantes en el film que se convierte en un brillante ejercicio cinematográfico, ante el evidente desafío que supone llevar esta obra a la pantalla.




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