viernes, 21 de agosto de 2015

MATAR A UN RUISEÑOR

Scout (Mary Badham), es una niña huérfana de madre, que vive con su padre, el abogado Atticus Finch (Gregory Peck) y su hermano Jem (Phillip Alford), en una pequeña localidad de los Estados Unidos.
Durante las vacaciones veraniegas, se dedica a jugar con su hermano, con ropa de chico, como a ella le gusta, descubriendo los misterios del mundo que la rodea. Es en uno de esos veranos, cuando se producirá un hecho que conmociona a la comunidad de la ciudad que vive sumida en las consecuencias de la Gran Depresión: Un joven de raza negra, Tom Robinson (Brock Peters) es acusado de haber violado a una muchacha blanca. El juez local, piensa en el Sr. Finch para que se haga cargo de la defensa de oficio del detenido y va a consultárselo. Atticus acepta el caso movido por sus convicciones morales y por la creencia en la igualdad de todos ante la ley, aunque sabe de sobra las consecuencias negativas que aquella decisión le va traer con algunos de sus vecinos.
Mientras los niños aprenden a apreciar los valores que encierra la manera de ser de su padre, el caso de Tom Robinson sigue adelante, no sin algún que otro sobresalto, hasta que se produce el juicio, al final del cual Tom será declarado culpable en una decisión a todas luces injusta, pues todas las pruebas presentadas en su contra carecen del más mínimo fundamento y solamente los prejuicios raciales explican que el jurado condene a Tom.


Adaptación de la novela del mismo título de la norteamericana Harper Lee, que le había valido el Pulitzer y que, hasta hace breves fechas (en España hasta este mismo año), era su única obra publicada.
El guión consigue hacer un gran trabajo, respetando y transmitiendo al espectador el espíritu de la novela y la maravillosa ambientación hace el resto, transportándonos a la época y el momento de la acción logrando sumergirnos en el ambiente de aventura, descubrimientos, miedos y odios, que rodean la vida diaria de los niños, los dos hermanos y su amigo Dill Harris (John Megna).
Si los niños consiguen espléndidas interpretaciones, la de Gregory Peck es para algunos, la mejor de su carrera, en este papel que le valió el Oscar de Hollywood. Y es que todos ellos logran darle esa naturalidad que separa la buenas, de las grandes interpretaciones.


La película, como la novela, contiene un alegato contra el racismo, pero permítanme que deje de lado ese asunto, de sobra estudiado en las apologías sobre el film, para alabar la parte que siempre me ha llegado más al corazón que nos es sino el estupendo relato que hace sobre el paso de la infancia a la madurez y, en este punto, la actuación de los niños, pero especialmente de Mary Badham, siempre me ha cautivado, por lo enternecedora que resulta, sin caer en ningún momento en ningún tipo de exceso.
Un film del que siempre que lo veo disfruto y que me sigue emocionando.




2 comentarios:

  1. Si, cierto, pero con algún pero. La última vez que la ví no me terminó de convencer su mensaje, sobre todo en el tramo final. Sería largo de explicar. De todas maneras, me quedo con el trabajo de Gregory Peck, gran actor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como podrás apreciar no he querido entrar en detalles, quizá me haya ocurrido algo parecido a ti que también sería largo de explicar.

      Eliminar