
La peli está basada en hechos reales y el guión, sobre la novela de J. Campbell Bruce, está muy elaborado, casi perfecto, detallando al mínimo el laborioso plan de fuga y haciendo un retrato breve, pero suficiente, de algunos de los personajes, deteniéndose algo más, como es lógico, en el protagonista, Frank Lee Morris, que era toda una leyenda.
Sin embargo Siegel, acertadamente, se opuso a explicar el pasado de Morris, en lo que hubiera sido una especie de prólogo de la película y dejó a la imaginación del espectador esos detalles, como digo, un acierto.
Se rodó en Alcatraz, por lo que la sensación de realismo no puede ser mayor, a veces parece un documental, sobre todo la parte de la fuga.

La fotografía de la larga escena inicial, con una noche lluviosa es magistral, no en vano estuvo a cargo de Bruce Surtess (uno de los grandes). Entre los secundarios, me han gustado los trabajos de Patrick McGoohan, en su papel de alcaide y de Paul Benjamin, el cabecilla de los reclusos de color, aunque está bien todo el plantel en general.
Ni que decir que el público respondió a lo esperado y la productora no quedó defraudada.

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