Una noche, James Ballard (James Spader), un productor de comerciales para la televisión, estrella su coche contra el de Helen Remington (Holly Hunter) y ambos son ingresados en un hospital. Lo sorprendente es que inmediatamente después del choque los dos experimentaron una extraña atracción mutua. A partir de entonces, la vida de James se precipitará hacia un mundo oscuro y prohibido, dominado por el peligro, el sexo y la muerte.
El guión adapta la novela del mismo título del británico J.G. Ballard. Este novelista, nacido en Shanghai de padres ingleses, durante la II Guerra Mundial, estuvo internado, junto a su familia, en un campo de concentración japonés, una experiencia que narró en la novela "El imperio del sol", llevada a la gran pantalla por Steven Spielberg.
Polvareda y controversia, como otros films de David Cronenberg, fue lo que produjo la película entre el público y la crítica. En el propio Festival de Cannes de 1996, fue distinguida con el Premio Especial del Jurado (un jurado, por cierto muy dividido a la hora de conceder el premio), mientras, durante la proyección, una parte del público silbaba la película.
¿Quién tiene la razón? probablemente todos, porque el gusto del respetable es variado y hay quien ve en ella una sucesión de automóviles estrellados y cópulas casi acrobáticas en el interior de un coche, un argumento sin pies ni cabeza, fetichismo macabro, gusto por las cicatrices y la carne herida.
Para otros, sin embargo, Cronenberg trata de sacudir conciencias y trasladarnos a su peculiar manera la idea de insatisfacción y la búsqueda enfermiza de la felicidad a cualquier precio en que han caído las sociedades occidentales. La búsqueda de un imposible que lleva a algunas personas a transitar caminos que pueden tornarse peligrosos.
Quizá la clave esté en un par de diálogos, uno al comienzo y otro al final de la película: Tras una relación sexual casual en un hangar, apoyada en el fuselaje de una avioneta, cuya superficie pulida parece que es lo que de verdad le proporciona placer, Catherine Ballard (Deborah Kara Unger), regresa a casa y cuando comenta con su esposo (que también ha tenido sexo con otra persona en su lugar de trabajo) lo que ha hecho, este le pregunta si se ha corrido y ella le responde: No. En la escena que cierra el film, el propio matrimonio, cada uno a bordo de un auto distinto, provoca un choque entre ambos que da con Catherine fuera de la carretera, el coche volcado y ella ensangrentada sobre la hierba de la cuneta. James Ballard se acerca a ella y le vuelve a preguntar: ¿Lo has conseguido esta vez? La respuesta de ella es la misma que al principio: No. El marido apostilla: Tal vez la próxima vez.
Una historia que muestra una fusión entre tecnología, sexualidad y muerte. Molesta y provocadora que no todos van a apreciar de la misma manera.
Es extraña e incómoda pero también fascinante.
ResponderEliminarmuy incómoda, pero, en efecto, te atrapa.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarYa han pasado unos cuantos años desde su estreno pero todavía recuerdo como se revolvía la gente en las butacas, desde luego es de las que no te deja indiferente, a mi personalmente me gusta mucho.
Saludos!
Supongo que más de uno haría un esfuerzo por no salirse de la sala.
EliminarNo sé si todos esos peligros que pasa estarían cubiertos por el seguro del coche.
ResponderEliminarNo lo creo.
EliminarMadre mía, no recordaba esta peli, la vi cuando se estrenó y no he vuelto a verla.
ResponderEliminarGracias por traerla.
Feliz jueves.
Es muy peculiar, por decirlo de manera suave.
EliminarSi te soy sincero, a mí esta película siempre me ha dado un poco de mal rollo. O sea que coincido con lo de incómoda.
ResponderEliminarBastante incómoda, sí.
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