A principios del siglo pasado, Agnes (Harriet Andersson), enferma de cáncer y moribunda, recibe la visita de sus hermanas Karin (Ingrid Thulin) y Maria (Liv Ullmann) en su aislada mansión rural. A medida que la condición de Agnes se deteriora y el manejo del dolor se vuelve cada vez más difícil, el miedo y la repulsión se apoderan de las hermanas, que parecen incapaces de sentir empatía, y el único consuelo para Agnes proviene de su doncella Anna (Kari Sylwan). A medida que se acerca el final, los sentimientos de resentimiento y desconfianza, reprimidos durante mucho tiempo, hacen que afloren los celos, el egoísmo y la amargura entre las hermanas.
Escrita y dirigida por Ingmar Bergman, estuvo nominada a cinco premios Oscar, de los que se llevó uno en el apartado de Mejor Fotografía, para el maestro Sven Nykvist.
El film, que no encontró distribuidora en Norteamérica, por considerarla poco comercial, al final pudo verse en los cines estadounidense gracias a la compañía que Roger Corman acababa de crear.
Llamativo experimento formal de Bergman que explora el comportamiento humano ante la muerte, llevándolo hasta la frontera entre la pesadilla y la realidad. Otros asuntos, a veces obsesivos para el ser humano, tienen cabida en el desarrollo de la historia: La infidelidad conyugal, los problemas, a veces graves en el matrimonio, la incomunicación, la soledad, la religión, la vida después de la muerte...
Acompañadas por la música de Chopin y Bach las imágenes están presididas por el color rojo, a veces contrastando con las indumentarias blancas de las mujeres. Cobran gran importancia los silencios, subrayados por primeros y primerísimos planos de los rostros de las actrices que los soportan magníficamente formando parte de las grandes interpretaciones conseguidas.
Un film principalmente de mujeres en cuyo alma ahonda el realizador sueco, consiguiendo hacer llegar al espectador, más allá del marco de belleza formal, el espíritu de la historia que narra y los sentimientos de sus personajes. La calidad de los encuadres y composiciones, el simbolismo de algunos objetos y sonidos, la dureza de ciertas secuencias y los gestos de los intérpretes, forman también un conjunto que convierte la película en una experiencia tan sobrecogedora por lo que cuenta, como bella en su estética.
Un título esencial de Bergman.
ResponderEliminarAsí es.
EliminarUna película tan intensa como profunda. Haneke, por cierto, le rinde homenaje en una de las escenas más impactantes de "La pianista".
ResponderEliminarEs verdad, se me había olvidado ese detalle.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarPues tal y como esta el cine últimamente se agradecen este tipo de propuestas, no la había visto, tomo buena nota.
Saludos!
Una película que tiene algo de mítica, no solo en la filmografía de Bergman, sino en el cine en general.
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