jueves, 14 de febrero de 2019

THE MISEDUCATION OF CAMERON POST

Cameron Post (Chloe Grace Moretz) es un estudiante de secundaria que vive con su tía Ruth (Kerry Butler) desde que sus padres murieron. Asiste al estudio de la Biblia y pasa sus ratos libres con su mejor amiga Coley (Quinn Shepherd) después de la escuela. En el baile de debutantes, Cameron y Coley se meten a hurtadillas en su auto, fuman hierba y comienzan a tener relaciones sexuales, siendo descubiertas por Jamie (Dalton Harrod), el chico que ha acompañado a Cameron al baile. Ruth se entera, aparentemente por Jamie, y angustiada, decide enviar a Cameron a la "Promesa de Dios", en Pennsylvania, un campamento religioso para la reeducación de jóvenes gay que "luchan contra la atracción por el mismo sexo".
Cameron es recibida por el reverendo Rick (John Gallagher Jr.), que la lleva a su cuarto y le presenta a su compañera de habitación, Erin (Emily Skeggs), una chica que está verdaderamente convencida de que allí la van a curar. Ella le explica que el reverendo Rick alguna vez experimentó atracción por el mismo sexo, pero lo superó. En su primer día de clase, la directora del campamento, la Dra. Lydia Marsh (Jennifer Ehle) se presenta a Cameron y le da la bienvenida a la Promesa de Dios.
Cameron comienza a salir regularmente con Adam (Forrest Goodluck) y Jane (Sasha Lane), haciendo largas caminatas. Comparten historias de sus pasados, y Cameron pregunta por qué no se van. Explican que desde que sus familias los enviaron allí, no tienen a dónde ir: la Promesa de Dios o estar en las calles. A su vez, ellos preguntan a Cameron sobre Coley, y Jane piensa que es injusto que Cameron sea castigada mientras que a Coley no le pasó nada, pero Cameron la defiende.


El guión se basa en la novela del mismo título de la autora norteamericana Emily M. Danforth, sobre una niña de 12 años que, desde el fallecimiento de sus padres, vive en Montana con su tía, de fuertes convicciones religiosas y conservadoras. La muchacha está descubriendo su propia sexualidad y su inclinación por su mismo sexo, por lo que es enviada a una institución que practica terapias de reeducación sexual.


Uno de los aciertos de la película es que trata de quitar culpas a todos los personajes, que quedan bastante humanizados, cada cual hace las cosas convencido de que está haciendo lo correcto. El reverendo Rick, por ejemplo, no deja de ser una víctima más, tanto como los adolescentes de los que se ocupa, condenados a buscar un camino hacia la heterosexualidad en la creencia de que sus tendencias hacia el mismo sexo son pecaminosas y enfermizas.
Realmente el panorama es desgarrador, y quien piense que la lucha contra la diversidad sexual es cosa del pasado, de los años noventa, en los que se ambienta esta película, pero que actualmente es un asunto superado, se engaña. Este tipo de instituciones, como la que vemos en el film, fueron cerradas en su gran mayoría y las respectivas iglesias que las patrocinaban se despacharon con unas disculpas por el daño ocasionado a quienes habían estado sometidos a sus peculiares terapias. Pero en unos cuantos estados de los EE.UU., siguen siendo legales y los cursos de reeducación sexual están amparados por la ley.
En el resto de occidente, todos conocemos voces que se levantan contra los homosexuales y sus tendencias, instituciones religiosas y civiles que estarían encantadas con que esta gente se viera obligada a seguir este tipo de "cursos".
La película tratar de equilibrar el drama con un cierto tono de humor, aunque queda bastante bien reflejado el desamparo de los jóvenes, en una edad en que están en pleno aprendizaje para la vida y se ven como abandonados por aquellos que deberían apoyarles o, al menos, tratar de comprenderles.
También se refleja con acierto el método que se sigue en este tipo de instituciones, donde no hay malos tratos en el aspecto físico, ni apenas castigos, pero el maltrato emocional a que se somete a los muchachos es tremendo, haciéndoles sentir culpables de su condición diversa, todo ello bajo esa capa de alegría, jovialidad, canciones y amplitud de sonrisas tan típicos de esta moderna tendencia religiosa que ampara estos centros.
El final es sencillo, aunque las preguntas quedan en el aire para reflexión del espectador y, desde luego, el futuro que se presenta ante los protagonistas, es de lo más incierto.




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