jueves, 9 de noviembre de 2017

HA LLEGADO EL ÁGUILA

1943, la guerra empieza a decantarse claramente del lado de los aliados.La batalla de Stalingrado y la capitulación de Italia ante los aliados suponen un duro golpe para Hitler, sin embargo Otto Skorzeny, un joven teniente de las SS, iba a pasar a la historia por dirigir a 50 paracaidistas que iban a liberar del hotel Sports, situado en el Gran Sasso a más de 3.000 metros de altura y custiodado por más de 250 hombres, al líder italiano Benito Mussolini.
Octubre de 1943, durante una reunión que integra a los máximos dirigentes alemanes, surge una idea, un desafío, un plan impensable tanto para alemanes como para ingleses, que va a convertirse en un objetivo real: Secuestrar a Winston Churchill.
El Coronel Max Radl (Robert Duvall) será el encargado, el ideologo del plan de secuestro que presentará con éxito al Reichsführer, Heinrich Himmler (Donald Pleasence), y que integrará a un grupo de 15 paracaidistas alemanes comandados por el coronel Kurt Steiner (Michael Caine), y con Liam Devlin (Donald Sutherland), activista del IRA, como “puesto de avanzadilla” en Norfolk. Las posibilidades de éxito se fundamentan en que Winston Churchill pasará una noche en un pueblo llamado Stunsday Constable, en Norfolk, con mínima protección.
Exactamente a la una de la mañana del sábado 6 de noviembre de 1943, Heinrich Himmler, Reichsfürer de las SS y jefe de la policía, recibió un lacónico mensaje: Ha llegado el Águila.


Adaptación de la novela homónima de Jack Higgins, seudónimo de Harry Patterson.
La novela, como la película, mezcla hechos reales con especulaciones fruto de la imaginación de Higgins.


Michael Caine confesó en su autobiografía estar algo decepcionado con el resultado final del film, porque John Sturges, el realizador, un viejo veterano de Hollywood, le dijo que últimamente solo trabajaba para conseguir dinero que le permitiera dedicarse a su gran pasión, la pesca de altura en la Baja California, algo que resultaba bastante caro. En el momento en que terminó la película, se llevó el dinero y se fue. El productor Jack S. Wiener luego me dijo (añade Caine) que nunca volvió para la edición ni para ninguna de las otras sesiones de postproducción, una fase en la que un director hace parte de su trabajo más importante como es el montaje del film. Dice Caine: "...aún me enojo cuando pienso en lo que pudo haber sido con el director correcto. Habíamos cometido el viejo pecado europeo de resultar impresionados por alguien, solo porque vino de Hollywood"


Y creo que el añorado actor británico tenía sus buenas razones para esta reflexión. Estamos ante un film con un buen guión, un plantel de actores magnífico y que lo hacen muy bien, buena fotografía, exteriores ideales para el rodaje y, por si fuera poco, una excelente banda sonora de Lalo Schifrin, pero le falta algo para acabar de ser el productor redondo que todos estos factores parecen presagiar.
Más que de una película bélica al uso, estamos ante una especie de thriller político con un intento de secuestro o, en su defecto, un magnicidio de por medio, bien planificado y con la presencia de un comando alemán cuyos miembros son presentados como soldados alejados del estereotipo de altanería y antisemitismo de otros relatos. Aquí son profesionales, incluso con un punto de humanidad y heroísmo, de hecho las cosas se empiezan a torcer por culpa de que uno de ellos se lanza a un canal para que una niña que ha caído al agua, no sea destrozada por las aspas de un molino.
Al final, el asunto se resuelve con un inesperado giro del guión que no deja de sorprender al espectador.
Entretenida y bien interpretada.




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