lunes, 20 de noviembre de 2017

EL LÁPIZ DEL CARPINTERO

Febrero de 1936. El medico Daniel Da Barca (Tristán Ulloa) es un conocido intelectual socialista, famoso por sus lecciones de medicina y sus discursos políticos. La novia de Daniel es Marisa Mallo (María Adánez), hija de un contrabandista de ideas fascistas y que se opone a la relación de Marisa con el "políticamente peligroso" Daniel Da Barca.
Poco antes de que estalle la Guerra Civil, el sargento Landesa (Carlos Sobera) ordena seguir y espiar a varios activistas de izquierdas. El cabo de la Guardia Civil Herbal (Luis Tosar) solicita que le encarguen el informe sobre Daniel Da Barca porque, según dice, lo conoce bien. Así comienza la obsesiva persecución de Herbal, que se convierte en la sombra de Daniel Da Barca y de su novia.
Cuando estalla la Guerra Civil, Daniel es brutalmente detenido y trasladado a la prisión de A Falcona, en Santiago de Compostela. Allí, los presos tratan de superar la angustia de su encierro relatándose historias unos a otros mientras Herbal, que ha solicitado su traslado para trabajar en la prisión, vigila sin descanso espiando a los presos, sus palabras y sus acciones.
Mientras Daniel esta en prisión, Benito Mallo (Manuel Manquiña) intenta que su hija Marisa se olvide de él y le presenta a Alejandro (Monti Castiñeiras), un militar franquista a quien Benito considera el marido idóneo. Pero Marisa se niega a renunciar a su amor por Daniel y comienza una lucha desesperada por liberarle, aunque eso la ponga a ella misma en grave peligro.


El guión se basa en la novela del mismo nombre del escritor gallego Manuel Rivas.


Un tanto decepcionante adaptación de la novela de Rivas que tiene un cierto tono poético que aquí, en parte, se pierde.
La verdad es que me resultó sospechoso que en el reparto estuvieran actores que en aquel entonces gozaban de pleno éxito televisivo (algunos siguen estando en el candelero), por participar en series o presentar programas a los que el público seguía mayoritariamente, como el caso de Carlos Sobera, Anne Igartiburu o María Adánez (Aquí no hay quien viva), no porque sean buenos o malos actores (que en general son gente respetada en la profesión), sino porque eso da cierto tufillo a buscar éxito fácil.
A mí no me ha gustado la adaptación, todo un poco artificial, los actores recitando sus textos como si no los vivieran y algunas de las secuencias, como si estuvieran planificadas para que el encuadre quede bien para la foto y otras un tanto penosas, como la de los presos cantando al son de las maracas.
Antón Reixa, el realizador del film, dice que leyó 78 veces la novela, no le quito mérito, ni pongo en duda que se enamorara del texto de su paisano, pero a la película le falta sentimiento.
Buen trabajo de Luis Tosar que es lo mejor de la película.




4 comentarios:

  1. Esa novela es una maravilla y si la peli no consigue adptarla bien, resulta un desastre.
    Por lo que dices, los actores no entran en los personajes y ya eso es malo. Lástima.

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    1. Buena parte, si no toda, de esa especie de aura poética que tiene la narración, se pierde en la película.

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  2. El otro día me enteré, ya que mencionas a Sobera, que ha comprado uno de los mejores teatros de Madrid; se ve que lo de presentar programas da mucho pasta. La película, pues bueno, para pasar el rato.

    Salud Trecce.

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