jueves, 23 de noviembre de 2017

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA

Irlanda, 1920. La Irlanda rural es el cruel escenario de la batalla que libran las fuerzas de seguridad británicas y la población unionista irlandesa que se opone a ellos. Unos campesinos se unen para formar un ejército de guerrilleros voluntarios y enfrentarse a los despiadados Black and Tans (Negro y Caqui, por el color de sus uniformes), tropas británicas que habían sido enviadas para sofocar las aspiraciones independentistas de Irlanda. Llevado por un profundo sentido del deber y por el amor hacia su país, Damien (Cillian Murphy) abandona su prometedora carrera de médico y se reúne con su hermano, Teddy (Padraic Delaney) para formar parte del IRA local, en una peligrosa y violenta lucha por la libertad. Cuando la lucha de los insurgentes lleva a los británicos a un punto crítico, las dos partes firman un tratado para poner fin al derramamiento de sangre. Pero, a pesar de la aparente victoria, estalla la guerra civil, y las familias que habían estado luchando hombro con hombro se ven desgarradas, y sus miembros convertidos en enemigos.
Mientras Teddy, adopta una actitud más pragmática, Damian se une a la facción secesionista.


Ken Loach, revisa parte del proceso de independencia de Irlanda, su guerra contra Inglaterra y el posterior enfrentamiento civil, a través de las vicisitudes de dos hermanos de futuro, en principio, divergente, cuyo destino se une en la lucha contra el dominio extranjero, separados y enfrentados más tarde por una distinta toma de posición en el conflicto.
El film fue premiado con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2006.
La película va etiquetada como "cine español", porque, aunque algunos lo desconozcan, la empresa española Tornasol Films, S.A., es coproductora de la misma.


Loach nos ofrece un inteligente film, bellamente fotografiado, sacando mucho partido al paisaje en que se desarrolla la historia, en la que reflexiona sobre la amargura y la furia de la guerra civil en Irlanda tras la proclamación del llamado Estado Libre Irlandés de 1922.
Desde algunos ámbitos se ha criticado la representación con excesiva crueldad de los Black and Tans, aunque lo cierto es que el realizador británico no ahorra detalles para referirse a los métodos del IRA y su forma expeditiva de actuar en determinadas circunstancias, la escena en la liquidan de un tiro en la cabeza al joven mozo de granja que proporcionó a la policía detalles de su escondite, sin atender a razones de las circunstancias en que se produce esta delación, es suficientemente cruda para dejar en evidencia que los independentistas tampoco se andaban por las ramas a la hora de recurrir a procedimientos radicales.
Es cierto que las afinidades de Ken Loach quedan claras, en el film se sabe de parte de quien está, al fin y al cabo su ideología es la que es y no renuncia a su pensamiento socialista (recordemos su pasada militancia ligada al trotskismo) y, desde luego, creo que la película no mantienen la equidistancia, aunque tampoco imagino que lo pretendiera.
Es un tema delicado, hubo mucha sangre de por medio y mucho odio que salió a la luz. Loach nos ofrece un magnífico retrato de una época y un conflicto que aún está vigente (Irlanda del Norte forma parte del Reino Unido), una película muy poderosa, en la que el enfrentamiento entre los dos hermanos es una magnífica parábola del conflicto civil que enfrentó a quienes habían combatido codo a codo.
Otra cosa es que alguno se pregunte si nos está contando algo nuevo y si es una lección de historia ¿cuál es esa lección en nuestros días?




4 comentarios:

  1. Realmente lo de Irlanda es muy complicado de explicar en el cine sin caer en el partidismo.
    Los británicos con su ejército dejaron huella de crueldad pero los del IRA eran unos bestias de mucho cuidado, a tenor de lo que he leído.

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    1. Ahí hay muchas heridas abiertas y toda mesura es poca para adentrarse en este asunto.

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  2. Muy buena, y como te he comentado en otras ocasiones, las películas que están basadas en hechos históricos me gustan mucho más. Ya sabes que ahora estoy ya bastante tiempo hablando de los yanquis y sus guerras, y dejando a un lado a los americanos, porque a estos hay que darles de comer aparte, la gente dice "no a las guerras, y que odian las guerras", cosa en la que todos estamos de acuerdo; pero ante la presión y el totalitarismo de los poderes, no queda otra que plantar cara. Te digo esto al hilo de la película entre los conflictos de ingleses e irlandeses.

    Salud Trecce.

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    1. El problema es que a veces, el odio acumulado hace difíciles las soluciones.

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