Darman (Terence Stamp) es un antiguo capitán del ejército republicano que vive su exilio en Inglaterra dedicado a restaurar libros antiguos y que es llamado por sus superiores de la organización comunista a la que pertenece para que vuelva a España para ejecutar a un traidor que está delatando a todos los miembros de la organización y facilitando su captura por la policía franquista, alguien a quien no conoce. Eso obliga a Darman a sumergirse en los tenebrosos abismos de una clandestinidad poblada de agentes dobles, traidores, entusiastas del régimen, supervivientes, activistas escondidos y guerrilleros urbanos, y en la que encuentra a Rebeca (Patsy Kensit), una cantante de sala de fiestas imitadora de Rita Hayworth en Gilda, que es la viva imagen de un antiguo amor, una mujer que intenta disuadirle del cumplimiento de su misión y a la vez un sueño recurrente que le persigue y le hace cuestionarse la utilidad de su encargo.
El film adapta a la pantalla el libro del mismo título del escritor Antonio Muñoz Molina, con reflexiones alrededor de este mundo oscuro de la lucha clandestina, en el que se mueven hombres mitad profesionales, mitad idealistas.
El film, que en general se ciñe al original, recoge muy bien el ambiente tenebroso que describe la novela de Muñoz Molina, con una lograda ambientación que recuerda a las películas clásicas del cine negro, con una logradísima fotografía de Javier Aguirresarobe e interpretaciones correctas.
La narración se estructura en dos planos que se van alternando, uno corresponde al momento presente (años 60) y otro a 1946, en el que, mediante flashbacks, el protagonista revive otra misión que le llevó a Madrid años atrás y en la que mató a un activista a quien los dirigentes del exterior creían un delator, pero que era inocente.
Pienso que el film, a pesar de sus virtudes, no logra hacer que la historia nos acabe de enganchar, en parte porque uno de los recursos de la novela es mantener la intriga del delator al que ha ido a liquidar Darman y a media película, el espectador ya ha identificado que el comisario Ugarte y Valdivia (José Luis Gómez) son la misma persona, lo que supone una pista determinante.
A pesar de que está bien narrada, algunos de los pasajes resultan poco creíbles y el final es bastante patético en cuanto a planificación, obligando a sobreactuar a José Luis Gómez..
Mucho mejor en el aspecto técnico, en el que Pilar Miró se luce, incluso con escenas que no aportan nada a la historia, como el bolero con aires de tango que bailan los protagonistas a media película, con un picado impactante y efectista, pero el film tiene muchos más de estos recursos, que están muy bien logrados, desde el travelling que acompaña a los títulos de crédito del arranque que va recorriendo el tren, hasta los picados y contrapicados, sobre todo los de las escaleras.
Un film correcto que no logra sacar todo el partido que tiene la historia.
No tenía ni idea de esta novela ni de la peli. Lo desmienbras todo muy bien.
ResponderEliminarAmbas están algo olvidadas.
EliminarLa novela no me pareció una maravilla, con lo que tampoco esperaba mucho de la película.
ResponderEliminarLa película no la mejora.
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