Huérfano de padre, Martín Zalacaín, vive en el caserío familiar de Urbía, con su hermana y su madre, una mujer de carácter débil que contrasta con la viveza y arrojo de su hijo.
Un día llega a la aldea un circo, para una de cuyas representaciones, Martín consigue entradas, pero durante el espectáculo, se escapa un león y se produce una desbandada del público que arrolla a la madre de Martín, lo que al poco le producirá la muerte, quedando Martín al cuidado de su tío abuelo Tellagorri (Jesús Tordesillas), mientras su hermana entrará a servir en casa de los Ohando, que últimamente han estado socorriendo a la familia.
Ya de adultos, continúan las relaciones entre Martín (Virgilio Teixeira) y Catalina Ohando (Elena Espejo), hermana de Carlos Ohando (Carlos Muñoz), el antagonista de Zalacaín desde sus tiempos infantiles, un tipo malvado y envidioso, que será el culpable principal del trágico desenlace final.
Fiel a su carácter inquieto, Martín comenzará su vida independiente trabajando en las diligencias que atraviesan la frontera del franco-española, donde llegará a ser postillón y acabará metido en distintas aventuras propiciadas por la guerra que se libra entre carlistas y liberales.
Adaptación de la novela del mismo título escrita por Pío Baroja, que aparece en el film entrevistándose con el realizador, Juan de Orduña, y que hará de narrador de la historia que, por otra parte, está bastante alterada, convirtiéndola prácticamente en un melodrama romántico y quitando mucho peso a las aventuras que tienen que ver con el conflicto bélico y las actividades de contrabando de Martín.
Con música del maestro Quintero que incluye muchos aires populares e incluso una canción interpretada por María Dolores Pradera que hace el papel de Ignacia, la hermana de Zalacaín, el film cuenta con una buena ambientación y unas interpretaciones adecuadas, pero la pobreza de medios es evidente.
El guión adecua la novela a la pantalla de una manera muy sui generis. Lo que en el libro apenas es un capítulo, la llegada del circo y, con él, de Linda (Rosario León), se extiende casi un cuarto de película; se suaviza el origen de la muerte de la madre de Martín y también se da un tono más complaciente y menos combativo a la película en general.
Y no digamos nada de las tres ancianas contando la historia y repitiendo cansinamente lo de las tres rosas... por momentos hace que la narración sea pesada y aburrida.
Pienso que no tuvo suerte Baroja con la adaptación de sus novelas a la pantalla. Esta de ahora es otro intento fallido, en el que la épica y emoción de las aventuras de Zalacaín, quedan diluídas en una historia romántica que no es el centro de la novela original y que tampoco tiene demasiada fuerza.
Quienes hayan leído la novela, quizá la disfruten un poco más, a pesar de la decepción, porque irán rememorando pasajes de la misma; pero aquellos que no hayan leído el "Zalacaín" de Baroja, acabarán con una idea equivocada de lo que el vasco nos quiso transmitir, por culpa de la mediocre adaptación de una gran novela que, desde aquí, me permito recomendar que lean.
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