lunes, 21 de octubre de 2013

HERMANO SOL, HERMANA LUNA

Francisco (Graham Faulkner) es hijo de un rico comerciante en telas de Asís. Joven alegre, como corresponde a su edad, no pierde ocasión para buscar la diversión con su grupo de amigos. Tras participar en la guerra contra Perugia, Francisco regresa enfermo a casa, pero además de los padecimientos físicos, de los que se repondrá gracias a los cuidados de su familia, algo ha cambiado en el interior del joven, siente la llamada de Dios y, aún cuando esto le supone el enfrentamiento con su propio padre, decide desprenderse de todos los bienes mundanos, entrega a los pobres sus riquezas y hasta su propia ropa y se va, con un pequeño grupo de seguidores a vivir al campo, donde comenzará la reconstrucción de la derruida iglesia de San Damián.



Francisco y sus acompañantes viven en armonía con la naturaleza, cuidan a los leprosos y ayudan a los campesinos en sus diarios quehaceres realizando todo tipo de trabajos.
Su forma de vida y su predicación sobre la vuelta a los orígenes del mensaje de Cristo, les traen la animadversión de los poderosos y Francisco viaja a Roma para entrevistarse con el Papa en busca de consejo.


Franco Zeffirelli logra una película de gran belleza estética apoyándose en una agradable filmación de exteriores y unos interiores bien elegidos, junto a un vestuario en el que lo sencillo y lo barroco alcanzan un delicado equilibrio que subrayan la contraposición entre el oropel y la humildad.


Lo que menos me ha gustado del film es el recurso que emplea el realizador para subrayar la mansedumbre de Francisco, a base de gestos y secuencias lentas que a veces resultan un tanto exasperantes.
Lo mejor el mensaje, el choque frontal con el poder establecido y la sumisión al poder papal que supuso el fin del carácter revolucionario (por llamarlo de un modo que nos entendamos) del grupo de Asís.
Está muy bien rodado el encuentro entre Francisco e Inocencio III, el Papa se postra ante el fraile en un gesto que supuso la aprobación de la jerarquía a la nueva congregación, pero también, como queda dicho, el sometimiento de ésta al poder establecido. El Papa, ante el estupor de los obispos y cardenales, le dice a Francisco: Estamos inscritos en el poder y la riqueza y ver a personas como vosotros, nos hace sentirnos avergonzados. Eso es precisamente lo que molesta al poder, en su mayor parte corrupto y aferrado a los bienes terrenales y la actitud de Francisco y los suyos, que predican la desafección a la riqueza en busca de los tesoros espirituales, es algo que no pueden tolerar porque les deja en evidencia.
Claro que ante la declaración del Papa, la cámara se desvía hasta dos altos dignatarios eclesiales mientras uno cuchichea al oído del otro: Tranquilo, el Papa sabe muy bien lo que hace, a través de estos hombres, la Iglesia podrá atraer de nuevo a los pobres.
Atención a la banda sonora del film, obra de Donovan, que se ha convertido casi en una pieza de culto.


Uno de esos films que nos hace mirar la religión y la fe desde otra perspectiva, lleno de poesía, en el que la sensibilidad y el buen hacer de Zeffirelli acerca el mensaje de pobreza y amor de Francisco al hombre de nuestro tiempo. Todo un aldabonazo a las conciencias interesadas y apegadas a las posesiones perecederas de este mundo, un mensaje vigente y que continúa siendo molesto y perturbador, por más que no podamos dejar de admirar a quienes son capaces de anteponer lo espiritual a lo material.




4 comentarios:

  1. De las películas de temática religiosa siempre se ha esperado corrientes de grandes conversiones, y luego nada de nada.

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  2. En esta, yo creo que Zefirelli se va más por el lado poético de la historia.

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  3. Zeffirelli no está entre mis directores preferidos. Le reconozco sus cualidades.

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