lunes, 26 de agosto de 2013

BECKET

Thomas Becket (Richard Burton), nacido en el seno de una familia burguesa, ha sido promovido a la nobleza por el rey Enrique II (Peter O'Toole), con el que le une una amistad que se extiende más allá de los lugares de la corte, pues le acompaña en sus juergas y correrías amorosas de las que más de una vez ha de rescatarle cuando se avecinan problemas.
Su condición de nuevo noble le granjea la animadversión de los representantes de las familias con mayor raigambre, situación que se agrava cuando es nombrado canciller del reino.
Enrique se halla enfrentado con la iglesia de Inglaterra porque desea que ésta sufrague parte de los gastos de la guerra que le enfrenta con Francia, algo a lo que se oponen los obispos. En lo que cree una jugada maestra, el rey postula a Becket para que sea elegido arzobispo de Canterbury, primado de la iglesia en Inglaterra. Con lo que no cuenta Enrique es con que Thomas verá en su nuevo cargo (nombramiento al que se había opuesto fervientemente) una escapatoria a la insatisfacción que se había adueñado de su vida y se opondrá a los deseos del rey para defender "el honor de Dios".



Magnífica traslación a la pantalla de la obra teatral "Becket o el honor de Dios" del francés Jean Anouilh. El guión respeta, en líneas generales, el texto en el que se basa, incluidos algunos de los errores históricos, que Anouilh reconoció, quizá el más flagrante presentar a Becket como sajón, cuando su familia era normanda; algunos de los párrafos de la obra teatral, han sido trasladados casi íntegramente a la película.


El film tiene una notable puesta en escena, con un gran trabajo de vestuario y unos decorados, tanto de estudios, como reales, que acompañan la acción a la perfección.
La música de Laurence Rosenthal, incluye algunos pasajes de música sacra, sobre todo el que sirve de introducción al film, realmente notables.
El guión, firmado por Edward Anhalt, se llevó el único Oscar que consiguió el film de los 12 a los que estuvo nominado.


Pero sin lugar a dudas, lo más interesante del film, es el gran trabajo de interpretación de todos y cada uno de los actores, con el descollante trabajo de Peter O'Toole; seguido de la brillante interpretación de Richard Burton, más contenido, pues su papel requiere de menos histrionismo al presentar a un personaje con un perfil más contemplativo que el del rey.
Magnífica la dirección de Peter Glenville, un director que proviene del teatro, algo que creo que le ha venido muy bien al resultado final de esta película hecha con ese cuidado especial que ponen los británicos en estos films de corte histórico.


La obra de teatro de Anouilh en la que se basa el guión, tiene su pequeña historia, en Broadway fue interpretada por Laurence Olivier como Thomas Becket y Anthony Quinn como Enrique II, dirigida por el mismo realizador que la película, Peter Glenville, se llevó cuatro premios Tony.
En Madrid la obra se estrenó en el Teatro Español, el 17 de febrero de 1962 con dirección de José Tamayo e interpretación de Francisco Rabal (Enrique II) y Fernando Rey (Becket).
Una película muy bien hecha y magníficamente interpretada, que nos muestra a las mil maravillas el sempiterno enfrentamiento entre poderes, pero también retrata algunas de las constantes de las relaciones humanas: La amistad, la envidia, los celos, el despotismo...




6 comentarios:

  1. Por lo que describes parece interesante verla. Me la apuntó. Buena crítica.

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    1. Muy interesante, Paloma, una parte muy importante de la historia de Inglaterra.

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  2. Todos los problemas de la monarquía británica han estado por debajo del ombligo: el bolsillo donde se guardan los dineros y los picores de los bajos difíciles de saciar.

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    1. A pesar de cómo nos lo presenta el film, la historia de Inglaterra considera a Enrique II como un buen rey.

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