sábado, 25 de febrero de 2012

SERPICO

No cabe duda que las mejores historias nos las proporciona, en muchas ocasiones, la vida misma. Después hay que saber escribirlas y si de cine se trata, ser capaz de elaborar un buen guión que desarrolle todo el potencial que estas historias encierran.
Serpico (pronuncidado Sérpico), se basa en hechos reales relatados en el libro de Peter Maas, la biografía de Francesco Vincent Serpico, un miembro de del Departamento de Policía de Nueva York (el NYPD), el mayor cuerpo policial de Estados Unidos.
Estamos en una época (años 60 y principios de los 70 del pasado siglo), en la que los miembros del cuerpo se jugaban la vida diariamente en las junglas de Brooklyn, Queens o el Bronx por un sueldo de miseria, lo que les llevaba a pensar que tenían derecho a buscarse un sobresueldo aceptando dinero procedente de sobornos y extorsiones.

Frank Serpico cometió el error de no dejarse sobornar y encima pretendió sacar a relucir toda aquella porquería. Él quería hacerlo dentro del Departamento, negándose a lo que un amigo le propuso: Contactar con la prensa.
Cinco años estuvo luchando por no hablar con nadie de fuera, llamando a muchas puertas: Alcalde de la ciudad, superiores... Ni caso, le daban largas, los políticos se negaban a enemistarse con la policía y los superiores negaban la mayor. Seguía confiando en que alguien "de entro" hiciera la limpieza necesaria sin dar la noticia a la prensa. Pero en todo ese tiempo, cada vez más gente se estaba mosqueando en aquel mundo en el que si no aceptabas entrar en el juego, consideraban que estabas contra ellos.

Le advirtieron: Guárdate las espaldas. Y se las guardó, pero le dieron en la cara.
Cuando estaban siguiendo la pista de unos traficantes de heroína, sus compañeros le mandaron por delante, aduciendo que su indumentaria de hippie, era la única que no le delataba a la legua como policía ¿Le mandaron a morir? Puede que no, simplemente porque no hacía falta. Bastaba con dejarle solo. Un camello de Williamsburg le disparó un tiro en la cara ante la impasibilidad del resto de los polis que le acompañaban, que no le cubrieron y que huyeron al instante.
No hubo código 1013 (llamada de auxilio para policía herido), Serpico quedó tendido en el suelo, desangrándose. Un vecino (un señor mayor, hispano), fue quien dio el aviso y se quedó junto a él agarrándole la mano y hablándole para no dejarle morir.

Sordo de un oído, con la bala alojada en la cabeza para toda la vida, con dolores crónicos y una leve cojera, así acabó el episodio para Serpico. Le concedieron la Placa de Oro de la Policía de Nueva York, pero se la tiraron por encima del mostrador, supongo que le dirían algo así como: Métetela por donde te quepa y vete a tomar por el culo de aquí.
Diez años vivió en Suiza, atemorizado por lo que le pudiera ocurrir. Ahora vive en un pueblecito a dos horas de Nueva York, conservando el mismo aspecto hippie que cuando vivía en el Village y se hacía llamar Paco, su casa es una especie de santuario donde acuden policías jóvenes o con problemas de adaptación similares a los que él vivió. Para algunos seguirá siendo una rata, pero para otros muchos, un ejemplo de integridad, que piensan que por suerte, aún quedan tipos así, capaces de afirmar que hace falta crear una atmósfera en la cual el policía corrupto tema al honesto y no al revés.

La peli, refleja bastante bien todo esto, el ambiente opresivo del Departamento de Policía en el que el tipo con aspecto de perroflauta es el único que mantiene sus valores y los otros, pulcramente vestidos, son una chusma vendida al mejor postor, acostumbrados a recibir favores, ni el almuerzo diario pagan.
Muy bien retratada también la vida del Village, donde las relaciones amorosas acababan con tanta rapidez como empezaban.
El filme tiene un cierto aspecto documental que remarca manteniendo la cámara a cierta distancia y busca más el aspecto dramático de la historia que la vertiente policial.
Con un guión que huye de truculencias y narra de una manera sencilla y correcta esta dura historia.

El solo hecho de estar dirigida por Sidney Lumet e interpretada por Al Pacino, sería motivo suficiente para verla. Pero es que el protagonista está inmenso, aún no había caído en el vicio de interpretarse a sí mismo y se basta y sobra para mantener todo el peso de la narración.



8 comentarios:

  1. Todo un madero honrado, jajajaja.
    Lo que no sabia es que fue una historia verídica echa en peli... Quizás por eso tiene un cierto tono documental.
    Una película que te hace pensar con temas sociales, saca todo el jugo a la película.
    Desde luego un gran trabajo de Lumet como la interpretación de Al Pacino.
    Por cierto Lumet murió con 86 tacos.
    Saludos Trecce.

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    1. Y tan verídica, ahí Frank Serpico para atestiguarlo y para vergüenza de algunos, no sólo policías.

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  2. Lumet, como bien dice Trecce, dio con la tecla, hizo una película casi documental sobre la integridad. Yo se la pondría el día del patrono de la policías y filmaría las caras de los presentes, sin que ellos se percataran. Sería un experimento interesante. Experimento Sérpico.

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    1. Es cierto, Manuel, cuando vemos una buena peli basada en un libro o en hechos reales, no nos damos cuenta, a veces, de que si no hubieran sabido enfocar el guión adecuadamente, podrían haber hecho una auténtica porquería. Ejemplos hay a montones.

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  3. Una gran película que paso desapercibida al gran publico y que conste que es la pura realidad, conozco a un guardia civil que paso por el mismo calvario.

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    1. Te creo. De hecho Serpico investigó su "casi muerte" y todo lo que la rodeó en plan detective privado: Le negaron documentación.

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  4. Magnífica película de Lumet con un gran Pacino, antes de lanzarse al mismo vicio de la autocomplacencia en el que cayó Nicholson y De Niro de ser simplemente ellos mismos, abundando en el histrionismo.

    Saludos.

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