martes, 5 de julio de 2011

PATTON

Tuve un capitán al que le iba la cosa militar, pero estaba destinado en una compañía, la misma en la que estaba yo, un tanto sui géneris, lo que se llama en la jerga una compañía de destinos, toda la tropa teníamos algún trabajo, carpinteros, mecánicos, cocineros, electricistas, administrativos... de manera que el hombre aquel no disponía de nosotros a su gusto y, por si fuera poco, en muchas ocasiones, algunos quedaban rebajados de ciertos servicios porque el coronel, comandante, general, etc. con el que trabajaban mandaba una nota al citado capitán diciendo que le hacíamos falta. Aquello era un tanto injusto, pero el ejército es así, el que manda, manda y nuestro capitancito, sólo podía disfrutar de veras (y no mucho), cuando una vez al mes nos íbamos a pegar unos tiros al campo de entrenamiento.
Allí le tenéis, cual bailarín de ballet, tornando las mallas por el uniforme de camuflaje remangado por encima de los codos y las zapatillas por las botas de media caña, con una coreografía que de tan representada, le salía casi natural, lanzando sutiles improperios (sin faltar al respeto) contra los acomodados soldaditos, todo porque teníamos un trabajo aparte del de hacer instrucción.
Yo sé lo que le pasaba a aquel tío, estaba frustrado y no se atrevía con los de arriba, ello hubiera cortado por lo sano su brillante carrera, él lo valía (y lo digo en serío, es un militar altamente preparado) y lo pagaba con los soldados que teníamos que achantarnos y dejar que nos tratara como a los legionarios que había dejado en Ceuta, todo porque para él, un soldado debe pegar tiros, obedecer y nada más.
Como si a nosotros nos hiciera gracia trabajar por la cara. Estos son los que luego se quejan de que la comida no está caliente o de que no llegan los suministros, sin apreciar el trabajo del pobre oficialucho de oficinas militares o de intendencia que se ha partido los cuernos porque todo esté en su sitio y a su hora para que el de las medallas pueda colgárselas y lucirlas.
Cuando ahora veo al tipo este (al entonces capitán), hoy instalado en lo más alto de la cúpula militar (por encima de él sólo está el JEMAD), desfilando al lado de la Chacona, tan contento, con sus medallas, su impresionante hoja de servicios, tragando y presidiendo funerales, noto un cierto sabor a bilis en mi lengua. Y eso que, para no faltar a la verdad, su trato conmigo siempre fue respetuoso.


Disculpe el paciente lector el largo exordio, pero no sé por qué, cuando veo esta peli, me acuerdo de mi querido capitán.
La película, tan larga como mi introducción, es una biografía de este atípico general, que no consiguió la quinta estrella quizá por su forma de ser y por no saber, o no querer saber, moverse de forma políticamente correcta. De hecho, cuando pretendía hacer alguna gracia en sus declaraciones, el efecto que conseguía era el contrario, no estaba dotado de esa habilidad especial para resultar simpático, al contrario que "Ike" Eisenhower.
En la peli, él mismo dice en una ocasión, cuando habla con su camarada el general Bradley: Ya sé que soy una prima donna...Hombre controvertido, con fama de intransigente con la cobardía (recuérdese la escena en que abofetea al soldado, una de las más duras del film y tomada de la realidad), sin embargo, los soldados preferían estar bajo sus órdenes, tenía una especie de magnetismo y además, ellos, al aplicar un simple cálculo de probabilidades, suponían que tenían más posibilidades de salir con vida en sus filar que en las de otros.
Fue ese héroe que necesitaba la propaganda americana, igual que los rusos tuvieron a Zhúkov, los alemanes a Rommel o los ingleses a Montgomery. Una persona que les sirvió para la guerra, pero que era peligroso, para la batalla diplomática, jamás supo medir sus palabras y esto le acarreó más de una reprimenda.
Él decía que era un hombre de otro tiempo, de hecho toda su familia (provenía de una rica y rancia familia virginiana que había combatido en el ejército de la Unión), creía en la reencarnación y más de una vez, el propio Patton contaba cómo había sido general cartaginés o mariscal de Napoleón. En cualquier caso se veía como una especie extinta, un soldado de otra época que no tenía sitio en el mundo actual, donde el combate cuerpo a cuerpo ha desaparecido y las máquinas han tomado el lugar del hombre.


La película refleja muy bien algunos de estos aspectos, cuando visita las ruinas de Cartago o cuando alguien que habla con él le dice que de haber nacido 200 años antes habría sido un gran general en el ejército napoleónico y él contesta: Lo fui.
Igual que retrata de forma espléndida sus peculiaridades como mando, su manía con la uniformidad, su intransigencia con los indolentes, su egolatría y algunas de sus, llamémosle tonterías, muy propias de todo este tipo de personas que pretenden dar la campanada con algo fuera de lo común. Sólo un tipo de esta especie, pudo decir que los flancos eran problema del enemigo, no del que ataca. Una solemne tontería que sólo podía expresarla quien tenía tan notable superioridad de medios cuando dirigió el III Ejército en su, por otra parte, brillante maniobra para liberar Bastogne.


He leído muchas cosas sobre esta película, que si belicista, que si antibelicista, que si esto, que si lo otro.
Creo que el film es, ante todo, la biografía de este hombre en lo relacionado con la II Gran Guerra. Y está muy bien lograda, entre otras cosas por la magnífica interpretación de George C. Scott, el gran trabajo de su vida, que le valió ese oscar que no fue a recoger.
Y qué decir de Karl Malden, un actor por el que siento debilidad y que borda el papel del general Omar Nelson Bradley, el otro platillo de la balanza, lo contrario de Patton, hombre que iba a lo suyo sin pretender llamar la atención.


Impresionante el despliegue de medios y magnífica ambientación de esta peli que fue rodada en buena parte en tierras de España (Madrid, Segovia, Almería...), con asesoramiento de militares españoles y con una buena banda sonora de Jerry Goldsmith.
Un film en el que acción, drama y momentos de humor, se suceden a la perfección, para hacer de ella una película bien construída y muy entretenida a pesar de su duración.


6 comentarios:

  1. ciertamente es una película sobre una persona muy inquietante... ¿que ocurrirá cuando alguien crea que es la reencarnación de Don Quijote o de Curro Jiménez?
    Ciertamente es una película bastante larga... que a gente que no sea fiel a las pelis del género o no esté asociada con la jerga le puede resultar cansina.

    Que no te siente mal pero me ha gustado más la entrada de la crítica que la crítica, y no por buena, sino por interesante ;)

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  2. Revelador exordio introductorio, Trecce, y penetrante análisis pattoniano, as usual.
    Saludos blogueros

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  3. No sólo no me sienta mal, Manu, todo lo contrario, pretendía hablar poco de la peli, ya ampliamente comentada en mil y un lugares con más crédito que este.

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  4. Todo un personaje, D. José Antonio, este Patton, de cuyas ideas y forma de ser y lo que me sugieren podría hablar largo y tendido, quizá no aquí, para que mis palabras no fueran malinterpretadas.

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  5. Esta es otra de las películas favoritas de mi "santo" - que fue caballero paracaidista en la Roger de Flor-,y la he visto en no menos de cuarenta ocasiones.

    Una magnífica interpretación de George C Scott.
    Como curiosidad, Patton, cada vez que conquistaba una ciudad que tuviera rio, se meaba en él para "marcar el territorio" como buen "macho alfa" que era.

    Saludos.

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