viernes, 13 de agosto de 2010

EL PROCESO PARADINE

Pudo haber sido algo más. Esa es la sensación que me queda después de ver esta película. Quizá el listón de exigencia al ver una película de Hitchcock lo pone uno muy arriba. Tal vez, pero uno recuerda a los grandes clásicos del género judicial, Anatomía de un asesinato, e incluso alguna con actores que intervienen en esta: Testigo de cargo (Charles Laughton) o Matar a un ruiseñor (Gregory Peck) y, aún sabiendo que los derroteros hitchcodianos van por otras sendas, te quedas un poquillo decepcionado.
Sir Alfred se despachó a gusto con esta peli, no le gustaba y puso a parir a más de uno de sus colaboradores en la misma, algo por lo que no me he dejado influír a la hora de verla, porque no siempre hay que fiarse de lo que dice el propio interesado, esta gente del mundo del arte en general y del cine en particular, en ocasiones llevan sus excentricidades hasta el extremo de renegar de obras suyas que el público, incluso la crítica, ensalza (Kubric dejó caer más de una crítica sobre Espartaco).


Quizá sea cierto que el afán del productor (el inefable David O. Selznich), por tenerlo todo bajo control, "descontroló" algo a Hitch. No lo sé, pero el caso es que en algún momento, parece como si el director hubiera tenido dudas sobre el camino a tomar y el resultado fuese que ni para aquí, ni para allá, como los porteros de fútbol cuando hacen una salida en falso.


Hay cosas de la película en las que la coincidencia es total. Por ejemplo, a los entendidos les encanta (a mí también) el giro de cámara, prácticamente circular, que hace al entrar en la sala de juicios el ayuda de cámara del difunto Sr. Paradine (Louis Jourdan), en el que toma como eje a la Sra. Paradine (Alida Valli) y va siguiendo al actor desde su entrada en la sala, hasta la tribuna de testigos.
Hitchcock tenía muchas cosas de estas, auténticas maravillas de concepción, planificación y ejecución, para incluír en cualquier manual de técnica cinematográfica. Igual que el plano cenital de la sala de audiencias, un recurso que cualquier aficionado sabe que remarca sentimientos como soledad, humillación, derrota... Para eso lo utiliza Hitch aquí, para subrayar la derrota y el hundimiento del protagonista y, a pesar de saberlo, nos quedamos boquiabiertos al verlo, porque la composición que hace de la escena, es una obra de arte por sí misma.


Para mi gusto, las actrices se meriendan a los actores de la película. Seguramente se pueden encontrar por ahí opiniones y pareceres más que de sobra, referidas a las actuaciones de Ann Todd y Alida Valli, incluso sobre Ethel Barrymore, que está fenomenal interpretando a la sumisa esposa del juez (Charles Laughton), un tipo lascivo, altivo hasta la grosería y con un peculiar sentido del humor. A mí, además de las mencionadas, me llamó la atención especialmente el trabajo de Joan Tetzel, que ejerce de sobrina del abogado de la familia Paradine, no el defensor que es Gregory Peck, sino el papel que encarna Charles Coburn, que es quien contrata a Peck para el juicio, por ser criminalista. Bien, a lo que voy, el papel que interpreta Joan Tetzel, a pesar de ser totalmente secundario, me encantó. Además de sobrina del abogado de la familia Paradine, es amiga de la esposa del abogado defensor, su confidente, una chica joven, inteligente, preparada, muy independiente y, para los conceptos de la época, rebelde e inconformista. Ella es la que ve la realidad del asunto, pues lo hace desde fuera, sin el apasionamiento y las ataduras de estar enamorada de alguno de los implicados en la historia, la única que está fuera de ese juego en el que ellas parece que los manejan a ellos como marionetas. No sé porque me dio la impresión de que Hitchcock trata su papel con cierto mimo, como si le cayera en gracia.
A lo dicho sobre que las actrices (para mi gusto están mejor que los actores), hago la salvedad de Charles Laughton, que ciertamente no hace el papel de su vida, pero es que Laughton es otra cosa, aunque he de reconocer que quizá no soy objetivo, tengo una especial debilidad con este tipo.


He leído por ahí que la peli trata sobre la degradación por amor, quizá la mejor definición del tema que desarrolla, más creo que no profundiza en condiciones, que no le saca todo el jugo y aunque técnicamente (como no podía ser menos) es impecable, me quedó con la sensación de que daba para más.






2 comentarios:

  1. Tienes razón parece que le falta algo, no se sabe bien qué es. Creo que Hitch la cambiaría con los ojos cerrados por la famosa película de Hitchcock que no es de Hitchcock (Testigo de Cargo).
    Saludos!

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  2. Muy bueno eso de la peli de Hitchcock que no es de Hitchcock.

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