viernes, 3 de febrero de 2023

EL JARDÍN DE LOS FINZI CONTINI

 


En la Italia de finales de los años 30, los Finzi Contini son una de las familias más influyentes de Ferrara: ricos, aristocráticos y judíos. Sus hijos, ya adultos, Micol (Dominique Sanda) y Alberto (Helmut Berger), ajenos al drama que los rodea, tratan de crear un restringido círculo de amistades para poder jugar al tenis  y celebrar fiestas, ya que los judíos tienen vetada la pertenencia al club de tenis local. En ese círculo entra Giorgio (Lino Capolicchio), un judío de clase media que se enamora de Micol. Ella parece divertirse a su costa; incluso va más allá del flirteo con Giampiero Malnate (Fabio Testi), un amigo de Alberto. Al mismo tiempo que tienen lugar estos juegos sentimentales, el fascismo aprueba leyes que afectarán dramáticamente a los judíos.


El guión adapta la novela del mismo título del escritor italiano Giorgio Bassani, cuyos restos reposan en el cementerio judío de Ferrara.
Como ocurre tantas veces en libros llevados al cine, la película se toma sus licencias, quizá la más importante sea hacer explícitas las relaciones íntimas entre Micol y Malnate, algo que no está reflejado de esa forma en la novela y que empaña en cierto modo la personalidad de la chica. Sea como fuere, Bassani nunca estuvo de acuerdo con la versión que Vittorio de Sica hizo de su novela, tratando de marcar distancias con la misma.
El film fue premiado con el Oscar a la Mejor Película en habla no inglesa en 1971 y con el Oso de Oro en el Festival de Berlín del mismo año.


Lo de los premios (y no hablamos de premios menores, que un Oscar y un Oso de Oro, para sí los quisieran muchos), ya sabemos cómo va en ocasiones y, para mí, que este uno de los casos, pues no es de los mejores films de Vittorio de Sica (sin menospreciarlo, ni mucho menos), pero hay un tema sensible, como es el de los judíos en la II Guerra Mundial que yo creo que pesó mucho a la hora de las distinciones, casualmente en EE.UU. y Alemania, países muy concienciados con el drama del Holocausto. 
Estoy de acuerdo con la apreciación del autor de la novela, la película pierde mucho del tono poético que tiene el libro y además, tiene un montaje extraño, como atropellado. Pero esos diez minutos finales, en que cambia el discurso para centrarse en el drama de las detenciones, son verdaderamente sublimes, valen por todo el film y hacen que uno disculpe, en cierto modo, todo lo anterior. Escenas acongojantes en las que se retrata de manera magistral toda la tragedia sin necesidad de subrayados especiales. Verdaderamente queda uno con el corazón encogido y la sensación de vergüenza, pena y hundimiento moral, se apodera del espectador.




4 comentarios:

  1. No he leído el libro o sea que no puedo comparar. Y tienes razón en lo del montaje atropellado. Sin embargo, el film mantiene un tono lánguido que acaba resultando muy acorde al drama de sus personajes y al trágico destino que les aguarda.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Tal vez no sea fiel a la novela que adapta, pero aun así sigue siendo una grandísima película.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El problema, si lo hubiere, no es la fidelidad o no, ya sabemos que hay películas que mejoran el original literario.

      Eliminar