jueves, 2 de mayo de 2019

LA VIDA DE PI

Pi Patel (Suraj Sharma) es un joven hindú cuyo padre, un hombre de ciencia y ateo, es dueño de un zoológico, mientras su madre es una mujer de fe hindú que le educa en la religión y despierta en él su curiosidad por el mundo espiritual. De hecho, en casa de la familia Patel, se generan grandes debates entre ciencia y religión, siempre en tono respetuoso, dotando a Pi de unos conocimientos que le llevan a explorar otras religiones en busca de Dios. Así, el hinduismo le ha enseñado la conexión con la naturaleza y el universo; el Islam le ha dado la noción de sumisión a la voluntad divina y, finalmente, el cristianismo le ha enseñado que el hombre está creado a imagen y semejanza de Dios y que el amor al prójimo tiene un poder movilizador y sanador. Su madre lo apoya en su búsqueda. Su padre no se opone a que busque a Dios, pero le exhorta a que elija un único camino. De cualquier modo, no oculta su preferencia porque su hijo adopte una mirada racional y científica ante la vida.
Las difíciles perspectivas de futuro obliga al padre de Pi a mudarse a Canadá junto a toda la familia y todos los animales de su zoológico, pues estos pueden ser vendidos a mejor precio en América que en la India. Esto obligará a Pi a separarse de su amada Anandi (Shravanthi Sainath), una chica a la que conoció en clases de danza hindú en las que él tocaba la percusión.
El naufragio del barco en el que viajan, supondrá un giro inesperado en la vida del joven, que vivirá seis meses en un bote a la deriva, acompañado por un tigre de bengala llamado Richard Parker, que ha ido devorando a los otros animales que sobrevivieron al naufragio.


El guión se basa en la novela del mismo nombre que el canadiense Yann Martel, publicó en 2001.
Martel nació en Salamanca (España), donde su padre cursaba un doctorado en Letras.


La película tiene gran calidad técnica y visualmente es hipnotizante para el espectador, con un buen número de secuencias que, en sí mismas, son verdaderas obras de arte para los sentidos y que le subyugan a uno más allá de la historia que narra.
Historia de la que, por otra parte, tampoco conviene hablar demasiado para que, quienes no hayan visto la película, se dejen sorprender por los minutos finales del film en el que todo el aparente puzzle sin demasiado sentido que hemos estado presenciando, de repente encaje en un desenlace original y en el que queda explicada esta especie de parábola en la que se reúnen una particular visión de las religiones y la fe en un ser supremo y la capacidad de supervivencia del hombre que, en ocasiones, cuando las decisiones a tomar para sortear obstáculos aparentemente insalvables, son traumáticas, aprende a disfrazar la realidad para autojustificarlas.
El libro de Yann Martel era considerado como imposible de trasladar a la pantalla, sin embargo, Ang Lee y su equipo supieron hacer una bella película, cuya historia a algunos parecerá uno de esos cuentos que se inventan las religiones para ganar adeptos, pero seguro que a más de uno emocionará y a todos cautivará con sus imágenes espectaculares.




4 comentarios:

  1. Buena película, con sorpresa final y, sobre todo, muy bien acabada técnicamente.

    ResponderEliminar
  2. No he visto la película, pero el libro me resultó muy interesante.

    ResponderEliminar