viernes, 23 de marzo de 2018

MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES

Un longevo periodista cuando llega el día en que va a cumplir 90 años, decide celebrar su aniversario con una niña virgen de 14 años. Para obtenerla recurre a su antigua conocida, Rosa Cabarcas (Geraldine Chaplin), dueña de un prostíbulo que frecuentó durante muchos años. A los pocos días consigue a la muchacha; en el primer encuentro, Delgadina (Paola Medina Espinoza) es sedada por la matrona, para que pierda el miedo. El anciano la encuentra dormida y se dedica a contemplarla.
La peculiar relación se prolonga durante un año y hará que el anciano recuerde su pasado: la carrera de periodista, el amor a la música, los libros preferidos y el gusto por la putería. También, como todo enamorado, el protagonista incrementará su actividad para halagarla; con esas reminiscencias, motivaciones y un nuevo cariño, que darán sentido al final de su existencia, podrá enfrentar lo inevitable.
La nueva forma de amor permite admirar en el terreno de la imaginación la belleza irresistible del otro, es decir, la magnificencia de la vida misma. Dice el longevo periodista: "Aquella noche, descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor". La fascinación por la querida conmueve al hombre mayor, lo llena de fantasías y le permite ocultar el temor a la muerte, así como enfrentarse a la decrepitud.


Basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez, la obra aborda, pues, el singular amor de un viejo por una adolescente. Aunque obviamente a partir de cierta edad el vigor se agota, el protagonista advierte que queda la emoción en el corazón: el anciano busca tener una relación, y al hacerlo se da cuenta de que el amor no pasa, como muchos hombres creen, únicamente por el coito, sino que puede darse también a través de la caricia, la contemplación y el silencio.


En contra de algunas opiniones que hablan de que la película no sabe captar el sentido de la novela, yo creo que lo capta bastante bien, lo que ocurre es que la novela (más bien es un relato editado como novela) no da para otra cosa y es que el hecho de que la escribiera García Márquez, tampoco tiene porque suponer garantía de excelencia. Alejada de sus obras de realismo mágico, en esta ocasión se mueve en el terreno del realismo a secas y lo cierto es que cuando uno acaba de verla, la sensación es la misma que cuando concluímos la lectura de la novela, que nos podíamos ahorrado su visionado y que ha sido tiempo perdido.
Eso sí, la fotografía del mexicano Alejandro Martínez, es excelente.




6 comentarios:

  1. Argumento muy terrestre y más común en la vida real de lo que se supone. Es una circunstancia que siendo más joven no hubiera entendido, el amor de un viejo noventero por una niña, pero a estas alturas me resulta de lo más realista.

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  2. Tristemente según vamos cumpliendo vamos pensando más en contemplar que en "cumplir".

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  3. Precisamente, por ahí tengo esa peli, y gracias a tu blog voy a revisarla

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