miércoles, 21 de marzo de 2018

LA LLAVE DE SARAH

En mayo de 2009, a Julia Jarmond (Kristin Scott Thomas), una periodista americana afincada en París desde hace veinte años, le encargan un artículo relacionado con la redada contra los judíos. Julia, casada con Bertrand Tézac (Frédéric Pierrot), con el que tiene una hija de once años, Zoë (Karina Hin), irá descubriendo poco a poco los acontecimientos del fatídico año 1942 y, curiosamente, la historia de Sarah (Mélusine Mayance), que increíblemente estaba relacionada con su familia política, los Tézac. Tras este descubrimiento, no descansará hasta conocer el destino de la joven Sarah y su relación con la familia de su marido…
En julio de 1942, en París, la policía francesa se lleva a Sarah, una niña de 10 años, y a toda su familia en una redada puerta a puerta en la que arrestan a multitud de familias judías en plena noche. Desesperada por proteger a su hermano pequeño, Sarah lo encierra en un armario del dormitorio, cuya puerta está disimulada en la pared, su pequeño escondite secreto, y le promete volver en cuanto les liberen.
A ese planteamiento ya de por sí cautivador, la película añade el hábil aderezo de otra historia paralela y conectada, una investigación casi periodística, pero sobre todo sentimental: la de Julia descubriendo de forma casual esos hechos olvidados del pasado, que al mismo tiempo repercutirán en su propia vida.


El guión adapta la novela del mismo título de la francesa Tatiana de Rosnay, publicada originalmente en inglés.
La película se estructura mediante constantes flashbacks que nos llevan del presente, con el momento personal en la vida de Julia y su investigación sobre Sarah, al pasado, con la peripecia de la niña judía empeñada en rescatar a su hermano y atormentada conforme pasan los días, por la culpa de haberlo dejado abandonado. Muy trabajados los cortes que sirven para saltar de una historia a otra, con un buen trabajo de montaje que se ve facilitado por la planificación anterior de esas escenas.
En general bien interpretada, destaca el trabajo de Kristin Scott Thomas.


Los alemanes, en cierto modo, han purgado una parte de sus pecados (dejo a criterio de cada cual, cuanta parte o, si acaso, toda ella) con respecto al Holocausto a fuerza de ser machacados con el tema durante todos estos años, sin embargo los franceses han pasado por encima del asunto años y años, siendo uno de los episodios más oscuros de su Historia.
El 16 de julio de 1942, comenzó una redada (la Rafle du vel d’hiv), en la que casi trece mil judíos franceses fueron arrestados y conducidos al Vélodrome d'hiver, donde estuvieron varios días sin apenas atención de ningún tipo, de allí fueron conducidos a campos de tránsito, donde permanecieron en las mismas condiciones, para, tras ser separados, primero mujeres y niños por un lado y hombres por otro y más adelante de nuevo separados las mujeres de los niños, acabar finalmente en los campos de exterminio.
Una parte de la película es la denuncia de estos hechos por medio de la historia de Sarah, revelada por la investigación que hace la periodista y es que, aunque parezca mentira, estos hechos han sido ninguneados por la memoria colectiva francesa como si jamás hubiera ocurrido.
Hay una secuencia en la película que resume ese increíble desconocimiento, cuando los periodistas jóvenes de la revista en que trabaja Julia Jarmond, se muestran sorprendidos de que no haya ninguna imagen de aquellos acontecimientos. El fotográfo que acompaña a la periodista les dice que sólo hay una imagen aérea del Velódromo en la que se ven unos autobuses saliendo del mismo. Uno de los
jóvenes redactores replica: ¿Qué raro, con lo que les gustaba a los nazis documentar todo lo que hacían?, a lo que Julia le aclara: Es que no fueron los alemanes, fue la policía francesa.
Tampoco se ceba en la culpabilidad o no de la población francesa en aquel episodio, la misma Julia le dice a una de sus jóvenes compañeras de redacción, cuando esta se muestra horrorizada al descubrir una verdad que desconocía: ¿Estás segura de lo que hubieras hecho de haber estado allí? y, además, al tiempo que no se oculta ni la intervención, ni la brutalidad de la Gendarmerie, vemos a las mujeres de una aldea cercana, lanzado comida por encima de la alambrada a los internados en uno de los campos de tránsito y a otra gente que, con más o menos precauciones, se comportó de manera humanitaria con sus compatriotas judíos.
Junto a esta desgarradora historia, se ve también la evolución personal de Julia Jarmond, con problemas en su matrimonio en buena parte derivados de un tardío embarazo a cuya culminación se opone su marido que le aconseja que aborte. Ella no quiere hacerlo.
La película está muy bien construída, siguiendo casi al dedillo la novela original. Seguramente algunos dirán que es sentimentalmente manipuladora, pero creo que al tocar la fibra sensible lo hace de una manera bastante elegante. Cierto que el final te deja con una especie de nudo en la garganta, pero es que el tema es penoso y muy duro y además hay que señalar que al tiempo, traslada un mensaje de esperanza, porque la lucha de Julia ha servido para rescatar la memoria de la manera que hay que hacerlo, poniendo nombre y apellidos a una de sus protagonistas anónimas.
Un film recomendable, tan sencillo como conmovedor.




2 comentarios:

  1. La película está bien en general, pero tiene el mismo defecto que la novela: se parte en dos en determinado momento, una vez que ya no hay suspense, y le sobra todo lo demás.

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    1. En efecto hay a quien el hecho de que se desvele el destino del hermano de Sarah a mitad del film le hace perder todo interés por el mismo. No es mi caso, pues no la considero una película de suspense, aunque juegue con él.

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