miércoles, 3 de enero de 2018

A CIEGAS

Comienza con imágenes desde diversos puntos de vista, de un cruce de calles, aparentemente un lugar muy transitado, tanto por peatones, como por vehículos. Cuando el semáforo cambia a verde para los automóviles, uno de ellos frena repentinamente y se produce un soberano atasco que nadie entiende, comenzado el clásico concierto de claxons. Entre la desesperación de la mayoría y la actitud más sosegada de unos pocos que tratan de averiguar a qué se debe aquello, descubrimos que el inicio del incidente está en que un hombre se queda ciego repentinamente cuando conduce del trabajo a casa. De repente, todo su mundo se convierte en una neblina lechosa e inquietante. Una tras otra, cada persona que se cruza –su mujer, su médico, incluso el aparentemente buen samaritano que le lleva a su casa– correrá la misma suerte en un momento dado. A medida que se extiende el contagio y el pánico y la paranoia se apoderan de la ciudad, las víctimas de la ceguera repentina, de “La enfermedad blanca”, son confinados y sometidos a cuarentena en un psiquiátrico abandonado en donde cualquier parecido con la vida normal empieza a desvanecerse. Dentro del hospital en cuarentena hay un testigo secreto: una mujer (Julianne Moore) que finge estar ciega para poder estar junto a su marido (Mark Ruffalo).


Basado en la novela de José Saramago "Ensayo sobre la ceguera", que había sido publicada en 1995, una fábula apocalíptica sobre una epidemia de ceguera que ataca primero a un hombre, luego a una ciudad y, por último, a todo el planeta, con una furia y velocidad devastadoras.


El autor portugués se resistía a vender los derechos sobre su novela y puede que, en parte fuera por su temor a ver convertida su obra en una película de zombies y que se perdiera la referencia política subyacente en la historia.


A pesar de que parece que la película la deja un poco de lado para centrarse en el colectivo que ha sido recluído en el hospital abandonado, la crítica política, la crítica hacia el poder, esa especie de compromiso cívico, está presente a lo largo del film. Se nos narra que las autoridades debaten sobre aumentar el presupuesto para investigación, debaten los ministerios de sanidad, los gobiernos, debaten en la ONU, pero, como también se dice en la película: no se dieron cuenta que la plaga no entendía de burocracias.
La película es una metáfora de la sociedad en que vivimos y de su propia ceguera, los afectados son encerrados en una salvaje cuarentena, al que se sale de la fila, sencillamente le disparan, cumplen las órdenes que reciben sin saber lo que está ocurriendo y se ven relegados a la condición de ganado, de masa informe, despojados de su condición de personas. En su confinamiento salen a relucir lo mejor y lo peor de la condición humana, por un lado la solidaridad, por otro el ansía de poder, de dominar a los demás y sacar provecho personal de una situación de la que también son víctimas, pero los amorales no entienden de sentimientos.
Maravillosa la interpretación de Julianne Moore en un film en el que, pesar del descarnado mensaje, al final, la luz de la esperanza se sobrepone a la ceguera humana.
Para reflexionar sobre nuestra propia irracionalidad.




6 comentarios:

  1. Aunque Saramago era reacio a que su obra fuera llevada al cine, porque temía su desnaturalización, creo se mantiene bastante bien el aire que el premio novel dio a esta novela

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  2. Conforme relatas el argumento se va incrementando el interéss por él ya que es al menos muy original y muy aplicable a lo que que sucede en las sociedades actuales.
    Me gusta el argumento.

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  3. Creo que es bastante potable, ya que se trata de lo que ocurre en cualquier sociedad, y mientras más se avanza, creo que vamos a peor.

    Salud Trecce

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    1. Desde luego nos cuesta trabajo aprender de nuestros errores.

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