miércoles, 4 de noviembre de 2015

OPERACIÓN MASACRE

En 1957, primero por entregas, en el diario Revolución Nacional y, más tarde (en diciembre de ese año), en forma de libro, el entonces joven periodista Rodolfo Walsh, publicó un trabajo titulado Operación masacre, que narra el fusilamiento de trabajadores en un vertedero de José León Suárez, provincia de Buenos Aires.
El hecho trágico se produjo a raíz del alzamiento cívico-militar del 9 de junio de 1956, que buscó derrotar a la dictadura que un año antes había derrocado a su vez, al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.
Esa noche, un grupo de personas se habían reunido en la casa del 4500 de la Avenida Hipólito Yrigoyen, en el Gran Buenos Aires, para seguir por la radio el combate de Eduardo Lausse en el Luna Park, aunque en realidad, algunos de ellos, que iban a formar parte del levantamiento, lo que esperaban oír era la proclama de los militares que encabezaban el levantamiento.
Fracasado este, se decide tomar medidas ejemplares, aplicando con carácter retroactivo la ley marcial que el gobierno establece a las 0:30 del día siguiente, mientras los alzamientos se produjeron entre las 22 y las 24 horas del día 9 de junio.
En un basurero de José León Suárez son fusilados algunos civiles que pretendían integrarse al levantamiento militar. La orden corre a cuenta del coronel Desiderio Fernández Suárez, y del jefe policial de la regional San Martin, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno. De los 12 civiles que se busca fusilar 7 mueren y 5 logran escapar, algunos de los fusilados, ni siquiera sabían qué es lo que había ocurrido, fueron detenidos por estar en aquella casa, sin comprobar si formaban parte del levantamiento o no, el resto eran obreros peronistas. A los supervivientes les espera una historia de persecuciones, asesinatos y amenazas durante años.


La investigación periodística conducida por Rodolfo Walsh dará lugar en 1971 a la filmación de una película por parte de Jorge Cedrón. Realizada clandestinamente, será exhibida en centenares de barrios y villas de toda la Argentina. Sus guionistas serán el propio Walsh, Cedrón, y Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de la masacre de José León Suarez y militante de la resistencia peronista, que será asesinado en 1974 por las bandas para-policiales de la triple A. En la película Troxler hace de sí mismo y su voz en off, narra algunos de los acontecimientos que se ven en el film.
Alguien se había acercado un día a Walsh en el club de ajedrez al que iba un par de veces por semana, en la plaza de San Martín de la ciudad de La Plata, y le comentó en voz baja: “hay un fusilado que vive”. Era Juan Carlos Livraga (Walter Vidarte), cuyo testimonio, en palabras del propio Walsh, le hizo sentirse ofendido, era la historia de un hombre al que habían atravesado la cara dos veces con un tiro y que había logrado escapar malherido del basural, pero al que volvieron a secuestrar del hospital, y moribundo lo metieron preso para que se muriera, abandonado en una celda, y sin embargo nuevamente logró sobrevivir.
Este trabajo de Rodolfo Walsh está considerado como el nacimiento del periodismo de investigación, casi diez años antes de que Truman Capote publicara A sangre fría.


Es evidente que las condiciones en las que se rodó el film no fueron las más propicias, en plena dictadura del general Lanusse, hubo de hacerse de forma clandestina, como queda dicho, y los medios con los que se contó eran muy escasos.
Pero pobreza de medios no es sinónimo de mala calidad, al menos no necesariamente y los artífices del film hacen lo que pueden, sacando mucho partido al guión y al trabajo de unos actores muy comprometidos.
La película está estructurada en tres partes, en la primera, a modo de documental, con fotos e imágenes de archivo, se nos pone en antecedentes, para explicar al espectador cuál y por qué, era la situación que se vivía en Argentina en los años en que se produjeron los hechos. La segunda parte, corresponde a la dramatización de esos hechos, que nos llevan a la parte final, en la que, de nuevo con imágenes de archivo, se cuenta el desenlace, al menos provisional, porque aquello, lo que narra el film y este en sí mismo, al igual que el libro en que se basa de forma muy fidedigna, se convirtieron con el paso del tiempo en una especie de relato premonitorio de lo que vendría después, la terrible represión de la última dictadura militar, con todos los muertos y desaparecidos que acarreó, uno de ellos fue Rodolfo Walsh.
Magníficas las interpretaciones, con unos actores que se jugaban su propia integridad participando en el film, que nos sumergen en el suplicio que debieron vivir las víctimas y una buena narración en imágenes, que retrata muy bien el desconcierto reinante entre los detenidos, que no sabían con certeza lo que estaba ocurriendo; el de las propias autoridades de la comisaría en que estaban detenidos, que se lamentan de que les haya caído aquel marrón encima y la chapuza de las ejecuciones, con unos guardias brutos y faltos de inteligencia (que también estaban asustados) y unas víctimas que mueren sin saber por qué.
El testimonio de uno de esos episodios oscuros que después nadie quiere recordar, llevado con inteligencia para conseguir que el espectador lo siga con interés.




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