sábado, 20 de octubre de 2012

BUENOS DÍAS, PEREZA

El asunto central del libro se describe sin rodeos en la cubierta del volumen: “El arte y la necesidad de hacer lo menos posible en el lugar de trabajo”. Supongo que una premisa así, a la empresa (por cierto, un ente abstracto), no le debe hacer mucha gracias y, en el fondo, el libro lo que pretende de veras es provocar, argumentando que la lealtad y la laboriosidad son tan raramente recompensadas que los empleados no pierden nada si hacen lo menos posible sin ser despedidos.
Según la autora, Corinne Maier, el problema no son las horas de trabajo, sino el sinsentido de muchos empleos. “La gente ya no tiene sueños. Estas grandes empresas quieren convertirnos a todos en esclavos.” La autora señala que "Bonjour paresse" es un libro "deliberadamente cínico" que, aunque pone en discusión las consecuencias sociales del sistema capitalista, "no apunta contra el capitalismo sino contra el modelo que los mandos medios de las grandes corporaciones mundiales engendran en su interior, generando exclusión y desigualdad".
El blanco de Maier son, sobre todo, los cuadros medios (uno de los capítulos del libro se titula: "Cultura corporativa, gente estúpida"), a los que acusa de hablar "una lengua de madera" ("la langue de bois", una expresión idiomática muy usada que se podría traducir como "palabras vacías") que difunde una suerte de "linguistrerie" (un neologismo inspirado en Jacques Lacan, mezcla de lingüistica y la palabra francesa "cuistrerie", que significa "pedantería" o "grosería").
Por otro lado, debo señalar que, en algunos aspectos, el tiempo que ha transcurrido desde la publicación del libro (creo que lleva 8 años en las librerías), hace que algunos de los postulados sobre los que reflexiona la autora deben ser vistos ahora desde otra perspectiva. Es evidente que en este tiempo, la crisis económica que se ha cebado sobre todo con las economías occidentales está haciendo que el concepto de estado del bienestar se halle en plena revisión, así que ojito con el que ahora lea el libro y tenga un trabajo, el cambio de legislaciones laborales, la destrucción de puestos de trabajo y el consiguiente aumento de la oferta de personas capacitadas para ocupar un determinado puesto de trabajo, puede hacer que quien siga algunos de los consejos de Corinne Maier se vea de patitas en la calle de un día para otro y en estos momentos en los que la situación está como está, lo principal hasta que salgamos del atolladero, es conservar uno lo que tiene. Tiempo habrá para plantearse de nuevo combates contra las grandes empresas en épocas de bonanza, si es que vuelven. Hoy por hoy, ellos tienen la sartén por el mango.
 
 

8 comentarios:

  1. Es normal que sea así, que cada uno trate de trabajar lo menos posible. Hay que cumplir con la ley del menor esfuerzo, que nos invita precisamente a eso.

    Un abrazo

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    1. Una cosa es que sea normal, otra es que esté bien visto y otra tercera y más cruel es que al jefe de turno siempre le parezca poco lo que hagamos.

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  2. He leído el libro "por encima" y aunque el título es prvocativo no deja de tener razón en un contexto ético y tratando de desmontar el mito del horario laboral rígido: auténtica estupidez.
    Los españoles tenemos fama de trabajar poco cuando somos los que más horas estamos en el trabajo aunque nuestra productividad sea menor. Todo tiene su explicación y la única que se me ocurre es la estulticia del horario rígido: un auténtico régimen carcelario que no conduce a nada más que al aburrimiento y a la sensación de secuestro, promovido por unos mandos de mayor jerarquía que no hacen la O con un canuto y frecuéntemente incumplen su horario laboral. Si hablamos de las empresas que contratan al trabajador por X horas y después les someten a horarios maratonianos, el hastío laboral está servido y las bajas por estrés y depresión crecen en progresión geométrica.
    Horas de trabajo impuestas y productividad no son términos sinónimos, son el antónimo de una productividad deseada por todos que no se puede cumplir por tratar al trabajador como a una máquina, sin engrasar sus sentimientos y su vida.
    Un saludo.

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    1. Algo falla cuando la gente que trabaja hoy en día, gana más y tiene más derechos que hace 50 años y, sin embargo, está más descontenta.

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  3. La gente que trabaja hoy no gana más y, en estos momentos, no tiene más derechos porque hemos perdido un montón de los mismos (el Estatuto de los Trabajadores y los convenios laborales son el papel higiénico de políticos, sindicatos y empresarios). Ganan más los obreros sin cualificar, cosa que me alegra, pero cada año ganamos menos los trabajadores con una cualificación universitaria, con más responsabilidades, y eso no es justo, más aún cuando nuestro panorama de jubilación es desesperante: nos espera una pensión-si la llegamos a disfrutar-de auténtica miseria.
    El éxodo se está produciendo en España: los mejor preparados se van a otros países para tener un trabajo o un trabajo mejor pagado, después de haber gastado muestro país cantidades ingentes en su formación, que aprovecharán los nuevos destinos receptores sin gastarse un céntimo. Entretanto y en España nos dedicamos a mantener vagos de todas las nacionalidades y políticos/sindicaleros inútiles que tienen todos los privilegios sin ninguna cualificación especial,a la Banca y a esos trabajadores/trabajadores en potencia que ya no quiere Europa ni ningún país del mundo. Cambiar las orejas por el rabo por decisión de unos inútiles que nos han metido en el "jardín de las delicias" llamado CEE, que no es más que un nosocomio en el que nadie se entiende pero los que lo dirigen se forran y brillan como una supernova.
    Falla todo, amigo TRECCE, y no es casualidad que la gente esté descontenta por tener que sufrir los fallos de unos empleados públicos, nuestros políticos, que proceden en sus acciones con total impunidad y como dueños de España que no son: España es de quién la trabaja.
    Un saludo.

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    1. Mira que pensé en ser más concreto en mi respuesta, sabía que de ser tomada al pie de la letra podría dar lugar a interpretarla como lo has hecho, pero en aras de la brevedad no lo hice y es mi pecado.
      Tienes razón en lo que dices.
      Yo pretendía referirme a lo que ocurría antes de la crisis, de hecho el libro se escribió antes, es cierto que en estos últimos cinco años hemos perdido buena parte de las conquistas sociales que quién sabe cuándo lograremos recuperar, si es que lo hacemos, desde luego yo creo que no lo veré.
      Pero en cuanto a lo de la insatisfacción en la empresa, que es a lo que me refería, no se si te darías cuenta (sé que sí) que desde mucho antes de la crisis, pero muchos años antes, la gente, el asalariado en general, venía mostrando un descontento galopante con la empresa en la que trabajaba a pesar de que las condiciones laborales eran mejores que las de los años treinta, cuarenta o cincuenta, había una desafección, había desaparecido esa especie de lealtad de la que hablaban incluso trabajadores que recordaban con cierta añoranza de aquellos tiempos pasados, no los salarios, ni de las condiciones laborales, que reconocían habían mejorado, pero en lo demás se sentían mucho peor que entonces.
      Es evidente que ahora hemos retrocedido a situaciones laborales de hace un montón de años y la contrapartida de estas últimas décadas que eran los mayores salarios, ha desaparecido, con lo que, ya me dirás a dónde caminamos.

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  4. Mi jefa tiene una frase que no se le cae de la boca cada vez que ordena una tarea: "Sin prisa pero sin pausa". Y los curritos ya sabemos que la primera parte es retórica y la segunda imperativa. Y por más que justifcamos las abundantes pausas como momentos de tomar impulso, planficar los siguientes pasos o comprobar lo realizado, no suele colar, y lamentablemente queda como concesiones a la pereza. Al final, cuantas menos pausas peores resultados.

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    1. Hay trabajadores que abusan, pero hay jefes que se pasan tres pueblos y, encima, suelen ser los más ineptos en un caso y en otro.

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