miércoles, 28 de diciembre de 2011

RIFIFÍ

Tony le Stéphanois (Jean Servais) acaba de salir de la cárcel donde ha cumplido cinco años de condena por un robo.
Su amigo Jo le Suedois (Carl Möhner), al que Le Stéphanois no delató librándole de presidio y un compinche de éste, llamado Mario Ferrati (Robert Manuel), le proponen un atraco a una joyería. Le Stéphanois declina la invitación. Pero una serie de circunstancias, entre ellas que su antigua novia, Mado les Grands Bras (Marie Sabouret), está ahora con un mafioso local, Pierre Grutter (Marcel Lupovici), le hacen ver que la vida le depara pocas salidas, por lo que reconsidera su primera decisión y comienzan la preparación del robo, para lo que llaman a un especialista en abrir cajas fuertes, un italiano de nombre César, apodado El Milanés (interpretado por el propio Jules Dassin).
Lo que resultará ser un atraco perfecto, se complica por la intervención de Pierre Grutter que desea quedarse con el botín, tras haber obtenido una pista de lo ocurrido por culpa de una imprudencia de César.

Rififí es considerada por muchos como una obra capital dentro del género de películas de atracos y similares y a quienes así opinan, no les faltan un buen puñado de razones.

Una magnífica planificación y puesta en escena, con un montaje que no deja resquicios, nos traen una peli de esas que te va atrapando de una manera creciente. Muy bien narrada y dirigida, con una fotografía en la que, por un lado, tenemos algunas postales de una ciudad como París que tanto se presta a ello y, por otro, unos pormenores de los personajes y de las acciones que van realizando que son una maravilla.
La planificación de Dassin resulta a veces incluso excesiva (en el mejor sentido de la palabra), con algunas soluciones visuales en las que se nota un exhaustivo trabajo de composición. Recuerdo ahora algunas de las escenas de la preparación del atraco, con imágenes de los cuatro compinches en los que el director busca fórmulas para ofrecernos imágenes de todos ellos en el mismo plano que te hacen sonreír imaginando las vueltas que daría al asunto hasta colocarlos como los vemos en pantalla.

La peli tiene varias lecturas, desde la exaltación de valores como la camaradería o la lealtad, hasta mensajes más o menos subliminales que muchos relacionan con la situación personal por la que atravesaba Dassin, que se vino a Europa en busca de la libertad que el Macartismo le negaba en su país.

Todo ello teñido por un clima de fatalidad que refleja muy bien con su gran actuación Jean Servais, con su adusto rostro reflejando una especie de constante tristeza e incluso una suerte de desidia como si presintiera que esa fatalidad se acabará imponiendo.
Incluso la escena del music-hall con la canción que da título a la peli, interpretada po una exuberante Viviane (Magali Noël),  y que parece como un remanso de frescura en el film, no deja de ser el arranque de la tragedia.

La escena del robo, más de media hora, sin palabras, detalladamente contada en el plano visual, es un clásico que deleita a cualquier aficionado.
A esta escena, que es citada y alabada de forma repetida en cuantas reseñas y críticas del film puedan leerse, yo añado la huida de Le Stéphanois al final del film, con el contrapunto del niño en toda su inocencia apuntándole con la pistola de juguete y ajeno al drama que se está desarrollando.
Un final que pudo haber sido fácilmente edulcorado por Dassin con un leve giro y que sin embargo es duro, como dura, trágica y, sin embargo, tremendamente evocadora, es toda la historia.




2 comentarios:

  1. Hola Trecce.
    Una pelicula donde la mayor intensidad es el momento del atraco,con esta secuencia la tensión está servida.
    La confianza da un giro dramático como trágico.
    Un golpe perfecto que tubo su consecuencia, claro ya que la imprudencia de Cesar la quiere aprovechar Grutter...vamos que no te puedes fiar de nadie,jajajaja.
    Toda una declaración de protesta ante la situación de siempre que atreves de los tiempos no genera positivamente y es la re-inserción del sistema penitenciario.
    Saludos Trecce.

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  2. También he leído por ahí ese comentario sobre la crítica a la reinserción del sistema penintenciario, algo que yo no veo tan claro. De hecho las razones de que el Le Stéphanois reconsidere su postura inicial, creo que se deben más a motivos personales.
    Por cierto, si la escena del robo es intensa, la del final no lo es menos y de un gran dramatismo.

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