Edwin Doc Riedenschneider (Sam Jaffe), un criminal legendario que acaba de salir de la prisión, tiene un plan brillante para robar una joyería. En busca de apoyo financiero, propone la idea al abogado corrupto Alonzo D. Emmerich (Louis Calhern). Emmerich acepta financiarlo y Doc prepara el golpe sin sospechar de las verdaderas intenciones de su protector. Para llevar a cabo el robo necesita reclutar a varios hombres: El experto en cajas fuertes Louis Ciavelli (Anthony Caruso), el chofer Gus Minissi (James Whitmore) y el pistolero Dix Handley (Sterling Hayden). El robo es todo un éxito y Dix y Doc llevan las joyas a su comprador, Emmerich que, arruinado y en bancarrota como consecuencia de un loco romance con la jovencita Angela Phinlay (Marilyn Monroe), intentará apoderarse de las joyas robadas.
Si en ocasiones, al comentar un film, hablamos de que los personajes no tienen profundidad, desde luego, este no es el caso. Si algo destaca es el estudio psicológico de esos personajes, profundo y conseguido. Transmiten todo lo que el guión (de Ben Maddow y el propio Huston, sobre una excelente novela de W.R. Burnett) y el realizador han querido comunicarnos sobre ellos.
El trabajo de los actores es impresionante, el de todos, las diferencias están en el mayor o menor protagonismo que tienen, pero no en la calidad de sus interpretaciones en las que se nota una excelente dirección y una gran categoría de cada uno de ellos como actor.
Todo ello muy bien envuelto en una excelente fotografía de Harold Rosson (junto al director, guión y mejor secundario en la persona de Sam Jaffe, fueron candidatos al óscar), de la que a mí, en particular, me gustaron mucho los sobresaturados blancos del inicio que, junto a calles vacías y edificios semirruinosos, o las altas columnas rectas tras las que se esconde Sterling Hayden, contribuyen a aumentar la sensación de desolación.
Una historia de perdedores, en la que lo de menos es el atraco. Lo más interesante está antes, en la presentación de los personajes y después, en el cúmulo de complicaciones marcadas por esa fatalidad que les acompaña y sobre la que de vez en cuando filosofa Doc.
Personajes que Huston nos retrata cercanos y alguno de ellos entrañable, hasta el punto de que simpatizamos con ellos y estamos deseosos de que todo salga bien, algo que no va a ocurrir.
Precisamente ese tratamiento de los delincuentes fue lo que desató mayores críticas en la época. El propio Huston se rebeló, diciendo que lo que ocurria es que la gente llegaba a entender el porqué de la manera de conducirse de estos hombres y se hacía cómplice ellos y eso no gustaba a sus propias conciencias porque les hacía sentirse culpables.
Vista hoy, nos puede parecer un tanto ingenua en algunos de sus pasajes, pero la peli sigue vigente y lo que sí está claro es que marca el inicio de una nueva manera de ver a estos personajes. Ya no estamos ante unos malos perversos y amorales, sino ante personas de carne y hueso, con unas vidas al margen del delito, en las que tienen familia, amores e incluso vicios. A veces incluso alguna jugada injusta del destino que hace que sintamos que su deriva hacia el crimen está justificada.
Quizá lo peor de todo sea el recurso a la participación de Marilyn en la peli. Apenas hace un pequeño papel y me ha costado muchas vueltas encontrar un cartel en el que no aparezca su foto. Evidentemente todo eso vino después, que es cuando ella adquirió fama y al film no le hace falta para nada promocionarse de esa manera, pero lo entiendo.
La película tiene muchos momentos geniales. Las perlas cómicas de Doc, son impagables, así como algunos diálogos; o la historia de amor entre el tosco Sterling Hayden y Dolli Conovan (Jean Hagen); las filosofías sobre el sino ya mencionadas, de Doc, que encuentran su momento culminante en la preciosa escena del baile de la chica en el bar donde le van a detener, una escena llena de erotismo en la que no vemos ni un centímetro de piel (a eso le llamo yo elegancia) y, sobre todo, el maravilloso final, una escena en la que lirismo y tragedia se dan la mano.
Muy buena peli, con un argumento que, además, la hace muy entretenida. Excelente.
Un par de frases, entre varias, que me hicieron gracia:
- Doc: La experiencia nos enseña que hay que desconfiar de los policías. A veces les da por ponerse del lado de la ley.
- Cuando la poli va a detener al abogado Emmerich, su amante (interpretada por Marilyn), le dice: Pero aún queda en pie lo del viaje a Cuba, ¿verdad?
Él responde: A ti te quedan varios viajes aún, querida.
Que quieres que te diga: otra maravilla que cualquier cinéfilo, y no cinéfilo, debería ver. Una peli negra diferente, con personajes más reales (como bien has apuntado), con ese final antológico, muy Huston, donde los sueños están siempre apunto de alcanzarse, pero todo se desvanece. Es tan dura la realidad...
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarTrecce... ¡¡Buenísimo como siempre!! Cada vez que leo una crónica tuya de una peli de este tipo es que me entran unas ganas locas de volver a verla....
Lo he puesto en mi muro de Facebook.
Besos.AlmaLeonor
Buena peli. Mi anecdota personal; Aquí me enamoré de Marilyn para siempre. Aún me dura. Un abrazo
ResponderEliminarUnos tipos tan cercanos, Ethan, que no me extraña que el espectador les tome cierto cariño.
ResponderEliminarTú que eres una exagerada, Alma. Un abrazo.
ResponderEliminarEs que aparece poco, Manuel, pero está tan atractiva como siempre, incluso más, recuerdo esa escena en la que está en pijama en el sofá, de lo más sugerente.
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