Yoshitaka Nishi (Takeshi Kitano) es un policía al que parece que las desgracias le llegan todas juntas: Su hija de corta edad falleció hace dos años; a su esposa le han diagnosticado una leucemia terminal y su compañero Horibe (Ren Ôsugi) recibe un disparo a quemarropa durante una vigilancia en la que se suponía que debía participar Nishi, pero que, a sugerencia de Horibe, está en el hospital visitando a su esposa. A consecuencia del disparo Horibe queda parapléjico, es abandonado por su esposa e hijo y no sabe qué hacer con su vida, pues ser policía lo era todo para él. Con todo ello, el sentimiento de culpa de Nishi, se acrecienta y para sobreponerse a tan adversas circunstancias, su forma de trabajar se convierte cada vez en más imprudente. El detective intenta que lo que le queda de vida a su esposa, se convierta en algo especial y poder disfrutar de todos y cada uno de los momentos, para ello, pide dinero a la yakuza, con el fin de poder visitar los lugares a los que ella siempre quiso ir. Cuando los mafiosos le acosan, intentará resolverlo por su cuenta.
La película protagonizada y dirigida por Takeshi Kitano es un violento thriller mezclado con un melodrama doméstico.
Un film con muchos periodos en que la acción transcurre pausadamente y que, en buena parte refleja, en forma de metáfora, acontecimientos de la propia existencia del realizador, por lo que a quien no conozca su biografía, le puede resultar complicado desentrañar algunas de esas metáforas.
Una película de momentos, algunos de ellos realmente logrados, incluido ese humor tan peculiar de Kitano que aquí se nos ofrece en pequeñas píldoras y que alivia la tragedia que vive la pareja. El film se justifica de sobra con esos momentos, algunos de ellos casi poéticos, que logran conmovernos.




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