Condado de Mingo, Virginia Occidental, 1920. Los mineros de carbón, que luchan por formar un sindicato, se enfrentan a los operadores de la empresa que pagan míseros salarios para mantener bajo el precio del carbón y a los matones armados de la famosa agencia de detectives Baldwin-Felts. Los mineros negros e italianos, contratados por la empresa para romper la huelga, se ven atrapados entre las dos fuerzas. El organizador de la UMWA (el sindicato norteamericano de mineros), Joe Kenehan (Chris Cooper), decide unir a los grupos locales con negros e italianos.
Aunque muchos de los personajes son ficticios, el guion, del propio realizador, John Sayles, se inspira en acontecimientos reales acaecidos alrededor de la lucha sindical minera que se desarrolló en las montañas del Oeste de Virginia a principios de los años 20 de pasado siglo, etapa conocida como "La guerra del carbón", y que culminó con la Batalla de Blair Mountain, en cuyo enfrentamiento, los mineros fueron derrotados por la fuerza combinada de agentes policiales, matones de la patronal y el ejército de los EEUU, enviado por el presidente Calvin Coolidge para ayudar a aplastar la rebelión e impedir su extensión a otras áreas del país.
Bien ambientada, Sayles consigue sacar partido de un presupuesto bastante exiguo, conseguido a través de inversionistas independientes y Cinecom, una pequeña empresa de distribución, ya que el autor quería mantener su proyecto al margen de la influencia de los grandes estudios.
El film nos traslada una historia en la que no hay demasiado espacio para el optimismo, ya que los obreros, que viven en condiciones rayanas en la esclavitud, se enfrentan a un rival demasiado poderoso, pero sí que hay algunos aspectos positivos, pese a la derrota final, por una lado, la solidaridad entre los oprimidos; la victoria que supuso lograr unir en un frente común a personas de distintas procedencias en su lucha por los derechos laborales y sociales, gentes que, al principio, se sentían incluso como enemigos y, por último, el comportamiento ético y valiente de algunos mandatarios, representados en esta ocasión por el alcalde y el sheriff de la localidad (estos sí fueron personajes reales), asesinados en el curso de los acontecimientos por defender a sus paisanos. En el juicio por sus muertes, no se dictó ninguna sentencia condenatoria, a pesar de que fueron tiroteados a plena luz del día.
La película, bien recibida por la crítica, fue todo un fracaso en la taquilla y únicamente la posterior trayectoria de John Sayles hace que no sea un trabajo completamente olvidado a pesar de los méritos que posee.
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