martes, 21 de septiembre de 2021

LA BATALLA DEL EBRO

 

La más larga, en la que intervinieron más combatiente y de las más sangrientas de la Guerra Civil, así fue la Batalla del Ebro, librada entre las fuerzas franquistas y las republicanas entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938 en una zona, la Terra Alta de Tarragona, de escaso valor estratégico y que el general republicano Vicente Rojo, diseñó e inició para distraer al enemigo que acosaba Levante y porque el presidente Negrín quería ganar tiempo en la esperanza de enlazar el conflicto español con la guerra europea que se presumía cercana y de ese modo lograr que Francia y Gran Bretaña apoyaran la causa republicana.
¿Por qué el paso del Ebro, la conquista de un reducido espacio de terreno y, lo dicho, de un valor estratégico no especialmente relevante una vez contenido el avance, se convirtió en un episodio decisivo?
En primer lugar, porque Franco decidió aceptar el reto del enemigo y plantarle cara en el lugar que le proponía, pero, sobre todo, porque no deseaba iniciar una contraofensiva desde Lérida, ya en poder de sus tropas y con la que hubiera podido envolver a sus enemigos. La siguiente pregunta es obvia: ¿Por qué no atacar desde Lérida? Porque no deseaba desplegar su ejército en un territorio fronterizo con Francia, pues entre las tropas rebeldes había unidades italianas y la aviación alemana, y no deseaba que el gobierno galo, ante la amenaza de ese ejército cerca de su frontera, abriera sus pasos para facilitar la llegada de material bélico hasta la zona republicana.
La batalla, casi desde el comienzo, una vez superada la sorpresa inicial, estabilizó el frente y los pequeños avances de unos y otros, eran replicados con la reconquista del escueto territorio perdido. Una guerra de trincheras en la que tuvo actuaciones destacadas la artillería y la aviación, mientras se producía una auténtica sangría de tropas de infantería empeñadas en combates cuerpo a cuerpo que iban diezmando las unidades. 130.000 hombres de ambos bandos resultaron muertos o heridos entre las viñas, los olivos, los picos desnudos, las escarpaduras o las vegas de la Terra Alta, en una batalla que algunos entendidos calificaron como la más innecesaria y absurda de cuantas se libraron en aquella guerra.
Además de analizar la batalla en si y de cómo la artillería nacional fue adquiriendo cada vez más efectividad o cómo los llamados rojos demostraron una capacidad defensiva inusitada y con una moral muy elevada que sorprendió a sus contrincantes que, con medios y fuerzas superiores, no eran capaces de romper el frente, Jorge Martínez Reverte nos va relatando las tensiones que se vivían en ambos lados. En uno, ante la hegemonía que tomaban los comunistas, en el otro, las disensiones en el estado mayor de Franco entre los generales y las distintas posturas ante la estrategia a seguir.
A eso, en un estilo que me ha recordado el del británico Antony Beevor, añade lo que llamo la Historia pequeña, esa que no figura en los manuales al uso, los testimonios de los humildes, de los combatientes de a pie o de personas sin importancia en las grandes decisiones y, de este modo, sabemos de manera cercana de las calamidades que sufrieron, de las injusticias o de las pequeñas y sencillas alegrías, de cómo en los días de calma chicha que precedieron al desenlace, se dedicaban a matar perros asilvestrados, una actividad en la que estaban de acuerdo ambos bandos, porque no lo hacían por diversión, sino porque estos animales se habían quedado sin dueño, porque en los pueblos no quedó un alma, todos habían tenido que huír y los perros que un día fueron domésticos, no tenían quien les alimentara y disputaban el alimento a los hombres y cuando les atacaban, no lo hacían como cualquier animal salvaje, sino que ellos, que convivieron antaño con el hombre, sabían cómo hacerlo y se habían convertido en un peligro real.
De esas historias hay unas cuantas que hacen del libro algo más que un trabajo sobre la guerra y sobre una batalla cuyo desenlace selló definitivamente el destino final de la contienda.



8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Se ha escrito mucho sobre la batalla del Ebro, más que nada porque fue una batalla decisiva en el resultado final. Y casi todos esos escritos, por qué no decirlo, son muy interesantes. Pero, a mi modo de ver, ninguno tiene el gancho y el atractivo del relato de Arturo Pérez Reverte, ya que te hace revivir lo que allí pasó

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    2. Es que además de datos, que los aporta y muchos, por un lado te mete en la contienda y, por otro, te acerca al entorno sociopolítico del momento en ambos bandos, sus retaguardias y los centros de decisión.

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  2. Eso de "la Historia pequeña que no figura en los manuales" es lo que Unamuno llamaba la Intrahistoria. Lo cual, aplicado al contexto de nuestra guerra civil y su más célebre batalla, abunda en gestos de heroicidad y sufrimiento.

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  3. Hola Trecce!
    Interesante como de costumbre estas entradas. Me sigo preguntando si algún dia alguien se atreverá a filmar "la película", empresa difícil y con mucho riesgo...
    Saludos!

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    1. La de películas que habrían hecho ya los americanos con estos asuntos.

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