jueves, 6 de diciembre de 2018

SUBMARINE

Oliver Tate (Craig Roberts) es un chico de Swansea de 15 años que está convencido de que es un genio incomparable que es muy querido por sus compañeros de clase, cuando en realidad es pretencioso y está alienado socialmente. Tiene algunas ideas de una fantasía peculiar, como imaginar las repercusiones que tendría su muerte entre sus compañeros y vecinos. Enamorado de una compañera de clase llamada Jordana Bevan (Yasmin Paige). Mientras juguetean junto junto a otros dos compañeros por un parque, accidentalmente Oliver hace que otra chica caiga en un charco y se le estropee todo lo que lleva en su cartera escolar. Curiosamente este incidente hace que Jordana lo invite a reunirse en secreto después de la escuela y le dice que traiga una cámara Polaroid y un cuaderno de notas. Ella toma fotos de los dos besándose, pero resulta ser un plan para poner celoso a su ex novio. El plan es contraproducente, los dos son intimidados públicamente, y Oliver es golpeado por negarse a llamar a Jordana puta. Caminando a casa después de su terrible experiencia, ella toma su mano y se besan, y Oliver da por hecho que Jordana es su novia.
En su casa, Oliver está preocupado por la relación y la vida sexual de sus padres, temiendo que su matrimonio se desmorone. Su padre atraviesa periodos de depresión, mientras su madre parece coquetear con una especie de gurú que se ha mudado a una casa vecina y resulta ser el primer novio que tuvo.
El guión se basa en una novela de Joe Dunthorne.
La película cuenta con una notable banda sonora para la que Alex Turner, vocalista de la banda británica "Arctic Monkeys", proporcionó canciones originales.


El film está ambientado en 1986. Es una película peculiar, estructurada, como si estuviera siguiendo la novela al pie de la letra, en un prólogo, dos capítulos y un epílogo, aunque ciertamente este planteamiento no añade nada a un film que no deja de ser una historia de amor de jóvenes adolescentes y sus dificultades para la transición a la vida adulta, que nos parece algo ya visto, aunque aquí añade los problemas de los padres del protagonista.
Richard Ayoade, el realizador, atribuye un color a cada uno de los personajes principales (Oliver es azul, Jordana es roja, la madre es amarilla, el padre es marrón y el gurú es negro; a medida que Oliver llega a conocer a Jordana, más y más rojo se cuela en su paleta).
Comedia cuyo especial sentido del humor no llega a cualquier público, es fácil que para muchos llegue incluso a hacerse aburrida. Sin embargo son muy destacables los aspectos técnicos y artísticos, con brillantes movimientos de cámara, encuadres arriesgados y secuencias llamativas cargadas de simbolismo.


Quizá lo más destacable es cómo construye el paralelismo entre el mundo de los adultos y el de los adolescentes, aparentemente tan diferentes, pero que al final no lo son tanto. El padre de Oliver, un hombre culto, sin embargo tiene los mismos problemas que su hijo para resolver sus asuntos sentimentales. Los padres ya están atrapados en ese mundo y Oliver y su novia aún cuentan con la ventaja de estar comenzando y poder librarse de cometer los mismos errores que sus progenitores. Al final unos y otros, luchan por arreglar sus complicadas relaciones y tratan de ayudarse, aunque a su manera y no siempre de forma efectiva.
Es una película que tiene un aire diferente, aunque, como digo, quizá a más de uno le puede resultar precisamente esclava de esto, como si se pretendiera a toda costa mantener esa diferencia respecto al cine convencional.




2 comentarios: