miércoles, 22 de octubre de 2014

GUERRA DE FLECHAS (CHOI-JONG-BYEONG-GI HWAL)

En 1636 se produce la conocida como Segunda Invasión Manchú de la península de Corea, en realidad una especie de razzia de los manchúes por territorio coreano que dio lugar a toda clase de tropelías con la población autóctona.
Además de las inevitables muertes que siempre se producen en este tipo de circunstancias, miles de personas fueron capturadas para ser sometidas a torturas o llevadas en largas marchas para acabar, quienes sobrevivían, sometidos a esclavitud.
Nam-yi (Hae-il Park), quedó huérfano siendo poco más que un niño, su padre había sido acusado de traidor y fue asesinado y sus propiedades confiscadas, aunque antes había logrado poner a salvo a Nam-yi y a su pequeña hermana, Ja-in (Chae-won Moon), enviándolos a casa de un amigo, que les criará junto a su hijo, como si fueran propios.
El día que Ja-in va a contraer matrimonio con Seo-gun (Mu-Yeol Kim), hijo de su protector, se produce la llegada de las tropas invasoras al pueblo donde viven que resulta arrasado. Ja-in y su prometido son hechos prisioneros mientras Nam-yi se encontraba en los bosques cercanos al poblado, y cuando se da cuenta de lo que está ocurriendo, intenta socorrer a su hermana, pero en el camino es interceptado por una patrulla enemiga de la que tiene que huir y cuando llega al pueblo, todo ha terminado.
Desde ese instante comienza la búsqueda de su hermana, a la que intentará liberar de sus captores.


A través de la peripecia de esta familia, el guión narra unos hechos, aunque lejanos, profundamente arraigados en la memoria colectiva de los coreanos. La invasión Manchú de 1636, duró un año, aproximadamente y fue más una campaña de rapiña que otra cosa, pues no se aprecia un ánimo expansionista, ya que se retiraron cuando había asolado las poblaciones y campos de la península.
Como de costumbre, fue el pueblo llano el que sufrió las peores consecuencias, con sus propiedades y cosechas destruidas, sus mujeres violadas y miles de coreanos detenidos y sometidos a la esclavitud de por vida en países extranjeros. Pero no sólo esto, sino que una vez acabada la ocupación, las autoridades nada hicieron por repatriar a quienes habían sido arrebatados de sus hogares y únicamente un número insignificante de quienes habían sido llevados más allá de sus fronteras, consiguieron regresar y fue gracias a sus propios medios.


El film es técnicamente correcto, con una buena fotografía y una conseguida ambientación que nos traslada a la sociedad coreana del XVII. Es cierto que la película se beneficia de las modernas técnicas digitales, sobre todo en las imágenes en las que seguimos el vuelo de las flechas, algo impensable con los medios tradicionales, pero yo creo que la tecnología CGI está bastante bien utilizada.
Aunque asistimos a alguna escena un tanto fantástica y exagerada, en general, se muestran comedidos en este tipo de secuencias tan del gusto del cine oriental.


Nada que ver con ese cine lento y calmado que tanto disgusta a los detractores de las películas chinas o japonesas, aquí la acción es trepidante y buena parte del interés que el film despierta en el espectador está conseguido gracias a ese ritmo vertiginoso, en que, salvo los primeros veinte minutos, en los que se nos acerca a los personajes, las escenas de acción se suceden una tras otra.
Entretenida película de aventuras, donde el arco, las flechas y el paisaje del bosque, se convierten en personajes que forman parte de la acción, en la que perseguidos y perseguidores, van alternando sus papeles, pasando de ser cazadores a presas y viceversa.




8 comentarios:

  1. Me gustó cuando la vi. Películas de aventuras más que correcta.

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    1. Creo que a base de acción, consigue gran parte de su atractivo.

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    2. Está muy bien realizada, tanto la acción, como su ambientación, algo a lo que los orientales es difícil de superar.

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  2. No la he visto Trecce pero seguro que me gustaría, porque me van las películas de acción.

    Saludos.

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    1. En algunos aspectos recuerda, salvando las distancias, al "Apocalypto" de Mel Gibson, por aquello de lo trepidante de la acción y por la persecución a través del bosque.

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  3. Soy consumidor habitual de películas del extremo oriente, sobre todo chinas y japonesas, pero esta no la conocía. Pero, por lo que cuentas, merece la pena verla.

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