martes, 14 de octubre de 2014

LA HISTORIA DEL INVÁLIDO

Aunque mi aspecto es el de un hombre de sesenta años, y casado, no es verdad; débese ello a mi condición y sufrimientos, pues soy soltero y sólo tengo cuarenta y un años. En el estado en que me veis, difí­cilmente creeréis que ahora sea más que una sombra de lo que fui, ya que apenas hace dos años era yo un hombre fuerte y rebosante de salud (un hombre de hierro, ¡un verdadero atleta!); y, sin embargo, ésta es la cruda realidad. Pero más extraño que este hecho es todaví­a el modo como perdí­ mi salud. La perdí­ una noche de invierno, vigilando una caja de fusiles en un viaje de 200 millas en ferrocarril. Es la pura verdad, y voy a contaros cómo sucedió.

Así comienza el relato en el que el protagonista nos cuenta cómo cumplió el deseo de su viejo amigo John Hackett, que había muerto el día anterior, y que en sus últimas palabras había manifestado el deseo de que su antiguo compañero de escuela y mejor amigo, llevase sus restos mortales a sus pobres padres ancianos,que vivían en Wisconsin.
Sin embargo, un desgraciado error, hará que en realidad acompañe una caja de rifles y no la que contiene los restos de su amigo, que ha sido confundida con la anterior. Él no sabe nada, pues no sospecha el fatal cambio, y menos con el hedor que parece salir de la caja y que les acompaña a él y al conductor del tren, durante todo el trayecto ¿A qué será debido tan insoportable olor?



6 comentarios:

  1. Esto del invalido y los rifles parece muy interesante.

    Saludos amigo Trecce.

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  2. Bonito argumento. Ya veo que eres un gran lector de Mark Twain.

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    1. En realidad, muchos de ellos, son relatos cortos, parece que le estoy leyendo mucho, pero no es tanto en realidad.

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  3. Así es cómo se gana a un lector: estupendo arranque.
    Saludos.

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