martes, 13 de octubre de 2009

EL FUERA DE LA LEY

Esta sí es una buena peli. Desde las imágenes que acompañan a los títulos de crédito, en los que se ven escenas de la guerra civil norteamericana envueltas en una especie de neblina y que nos anticipan la dirección que va a tomar el filme, al que le interesan las historias individuales y no la épica del conflicto visto en su conjunto. La película no tuvo buena acogida en su momento, ni de público, ni de crítica, sin embargo es de esas obras que ha ido ganando con el tiempo. Hay quien ha querido ver en ella un reflejo del estado de ánimo del pueblo americano, en plena debacle de Vietnam, por el retrato que hace de los vencidos y el pacifismo que destila en algunos de sus pasajes. Da la impresión de que efectivamente algo se quiere decir sobre el trato que dan los norteamericanos a los países que no comulgan con su pensamiento, sobre la explotación del débil, sobre la posibilidad de una vida alejada del sistema. Todo esto se retrata en el acercamiento a la comunidad india, en la busqueda del esa especie de "Eldorado" al que se dirige el grupo que rodea a Josey Wales. Los diálogos con el Jefe Diez Osos, o con Lone Watie, estos cargados de humor, son esclarecedores de la gran distancia que hay entre los gobiernos y el ciudadano de a pie, cuyos problemas son otros, más cotidianos que tienen menos que ver con la épica y más con la supervivencia y la convivencia diaria. Frente a los gobiernos que mienten, está el diálogo entre las personas. Una vez más Eastwood encarna a un antihéroe, el pacífico granjero al que la guerra le destroza la vida matando a sus seres queridos y que se verá envuelto en una serie de aventuras a lo largo de su búsqueda de venganza, que comienza con uno de los planos mejor conseguidos y más bonitos de las películas de Clint Eastwood, en el que se le ve sentado sobre la tierra, en silencio, abstraído en su desgracia, mientras desde detrás de la colina va surgiendo el grupo de rebeldes al que se unirá.
Es también un relato sobre perdedores que, apoyándose unos a otros, logran recuperar su identidad y su orgullo perdido. El granjero que perdió a su familia a manos de unos desalmados que se amparan en el estado de guerra; el indio que está esperando a la muerte y que se ha vuelto "civilizado"; la india sometida a constantes palizas por el dueño de la tienda de licores; los peregrinos que han sido despojados de todo por los comancheros, que han matado a los hombres e intentado violar a la joven; los habitantes del antiguo poblado minero, que ha quedado reducido a una ciudad fantasma... Qué bien escupe Josey, cómo le queda el sombrero, con qué destreza desenfunda los dos enormes Colts, qué estampa ofrece cuando cabalga. La película tiene un toque poético maravilloso, de sencilla que es, resulta elegante y nos va dejando muestras de un montón de personajes típicos del western: los pioneros, los cazarrecompensas, el vendedor ambulante, los buscadores de oro del pueblo casi abandonado, los comancheros, los indios. En el apartado de anécdotas, decir que a Chief Dan George, el indio que encarna a Lone Watie, debido a su edad, se le olvidaban los diálogos y Eastwood, se los susurraba, lo que estropeó algunas de las escenas, que hubieron de repetirse. Los exteriores se localizaron en paisajes de Utah, California y Arizona. Michael Parks dirigió y protagonizó una especie de secuela que se llamó El regreso de Josey Wales.

2 comentarios: