Confieso que no fue el placer de adentrarme en la lectura de una de las obras de Agatha Christie lo que me llevó a la lectura de este libro, sino una serie de casualidades de esas que, de cuando en cuando, te sorprenden en la vida.
En mi primera visita a la isla de Tenerife, quiso el destino que me hospedase en un hotel de Puerto de la Cruz, primera de las casualidades. La segunda es que aquel hotel, elegido por azar, me llevó, en uno de los paseos por los cercanos alrededores del mismo, a descubrir una placita, uno de cuyos lados acaba en un mirador que asoma sobre el Atlántico. En un rincón del recoleto lugar, descubro un busto y, al acercarme, cuál no será mi sorpresa al descubrir que es de Agatha Christie y en la placa dedicatoria, se indica que estuvo en Puerto de la Cruz en 1927 y que allí se inspiró para su novela "El enigmático mister Quin".
Es cierto, como digo, que aquello me llamó la atención y, cuando volví a la preciosa ciudad canaria un par de años más tarde, elegí el mismo hotel para alojarme y, por supuesto, volví a pasear por la zona colindante y por el lugar donde está el busto de la admirada escritora y fotografiarlo más de cerca. Ahí ya, mi curiosidad me llevó a preguntarme varias cosas, en primer lugar, por qué estaba colocado en una zona tan alejada del centro urbano. Cuando me puse a investigar, descubrí que no era la novela entera la que estaba inspirada en Puerto de la Cruz, sino uno de los varios relatos que contiene, concretamente el titulado "El hombre del mar", ambientado aparentemente en una isla que no nombra, pero que realmente evoca la zona de La Paz, en el Puerto de la Cruz. La historia se desarrolla en una bella mansión situada en la zona y una enigmática y ficticia señora que la habita. Según se dice, la casa en que se inspira era la residencia de la familia Cólogan y desde tiempos remotos había sido un lugar de acogida para numerosos exploradores europeos como Jean Charles Borda o Alexander von Humboldt.
Mira por dónde (otra casualidad), antes de saber todo eso, esa casa, situada en la calle Leopoldo Cologán Zulueta, la misma donde está el hotel en me hospedaba, ya me había llamado la atención, aparte de por su belleza, porque los escalones de entrada al jardín, ocupaban parte de la acera, algo inusual pues, como sabemos todos, las aceras están libres y si hay escalones de acceso a las fincas o a las casas, deben estar alineados con las fachadas, así que deduje que aquella construcción debían estar allí antes de que la zona hubiese sido urbanizada y, mira por dónde, así era.
Ahora ya comenzaba a explicarme por qué estaba allí el busto de Agatha Christie, en un lugar que cuando ella estuvo en la ciudad, hospedada en el antiguo hotel Taoro, debía ser un paraje solitario, alejado del tráfago urbano y bastante alejado del centro de Puerto de la Cruz.
Hoy, el barrio de La Paz, que toma el nombre por el que fue conocido de siempre aquel paraje, es una zona poblada, con restaurantes, cafeterías, zonas comerciales, muchas construcciones y ampliamente poblado, pero, al tiempo, muy agradable y apacible.
Agatha Cristie estuvo en Puerto de la Cruz al año siguiente de haber sufrido la infidelidad de su marido, era una manera de buscar sosiego y bálsamo para su dolor. Estuvo en la isla acompañada de su hija Rosalind, de doce años y de su secretaria particular Charlotte Fisher.
En la imagen de arriba, puede verse la llamada Casa Cologán y en la de abajo, el Paseo de Agatha Cristie, que discurre cercano al que, al parecer, era el Paseo de los Cipreses que la autora menciona en la novela, según dicen, la primera calle en el mundo dedicada a la universal escritora, inaugurado en 2007, junto al busto ya mencionado, para conmemorar el 80 aniversario de la estancia de la escritora en la isla. Un paseo escalonado, delicioso, rodeado de arbustos y flores, muy colorido y con la curiosidad de que en cada escalón está el título de cada uno de sus libros.
La novela El enigmático Mr. Quin es una colección de doce relatos protagonizados por el señor Satterthwaite, un sexagenario acomodado que alterna sus estancias en su Inglaterra natal con viajes por diversos lugares del planeta, amante y gran entendido en el arte en general y en las artes plásticas, musicales y escénicas en particular.
En todos los relatos aparece la figura de Mr. Quin, alguien que aparece y desaparece como una sombra y cuya presencia hace que el señor Satterthwaite ponga en práctica capacidades deductivas incluso por él desconocidas, lo que le lleva a resolver asuntos cuyo origen, generalmente, se halla en el pasado y que han quedado sin solucionar o lo han hecho en falso, incluso condenando a personas inocentes y es que según la teoría de Mr. Quin, cuanto más tiempo pasa después de un hecho, mejor perspectiva se tiene para llegar a las partes aparentemente ocultas del mismo.
En el relato El hombre del mar (el decimoprimero de los que componen en libro), se citan paisajes y lugares en los que algunos identifican Puerto de la Cruz:
Con un profundo suspiro, el señor Satterthwaite se alejó del hotel y se dirigió al desordenado puertecito de la parte baja. El camino bajaba bordeado por espesas buganvillas, un vivo macizo e intenso escarlata.
Dejó atrás los caminos bordeados de palmeras y las dispersas casitas blancas del pueblo. Pasó de largo la playa de negra lava... y subió al fin por la empinada senda que conducía a la cima del acantilado. Al borde mismo había una casa designada con el apropiado nombre de La Paz... Un descuidado pero hermoso jardín y una avenida de cipreses conducían a una especie de plataforma que había junto al borde del acantilado, y desde donde podía contemplarse abajo, muy abajo, el profundo azul del mar.
Qué historia tan interesante: después de leer tu entrada, a mí también me han dado ganas de leer el libro.
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