Sierva María de Todos los Ángeles (Eliza Triana), es hija del marqués de Casalduero, Ignacio de Alfaro (Joaquín Climent) y de Bernarda de Cabrera (Margarita Rosa de Francisco). Nace sietemesina y escualida, así que Dominga de Adviento, una esclava de la casa, la ayuda y hace una promesa a la Virgen que consiste en que no le cortará el pelo hasta el día de su boda si esta vive.
Sierva María, aprende la jerga y las costumbres de los esclavos, sin tener un contacto real con el mundo de los blancos.
Un día en que va de compras al mercado en compañía de una esclava, es mordida en un pie por un perro rabioso, pero pasan los días y la niña no contrae la enfermedad, por lo que se llega a pensar que está embrujada.
El asunto llega a conocimiento del Santo Oficio. El obispo don Toribio de Cáceres (Jordi Dauder), aconseja al marqués que la interne en el convento de Santa Clara. El obispo y la abadesa del convento deciden exorcizar a Sierva María creyendo que el demonio se camuflaba en enfermedades como la rabia, el obispo nombra exorcista a su discípulo Cayetano Delaura (Pablo Derqui). Sin embargo, Cayetano llega a la conclusión de que lo que le ocurre a la chica es que se comporta como una esclava siendo blanca y se da cuenta de que está enamorado de Sierva María.
El guión se basa en una novela homónima del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, publicada en 1994, ambientada en el esplendor y decadencia de la América esclavista del siglo XVIII.
García Márquez cedió los derechos para hacer la película a la costarricense Hilda Hidalgo, una autora novel a la que conoció en un curso sobre cinematografía celebrado en Cuba.
La autora confiesa que quería centrarse en la pareja protagonista y su historia de amor y así lo hace, para ello la película se inclina por un aire intimista que hace perder algunas otras de las cosas que tiene la novela de García Márquez. Lo que sí queda bien reflejado es el poder de la Iglesia, cuyo largo brazo sometía incluso a los nobles, en este caso, la figura de un obispo intransigente y retrógrado que arruina la vida de una familia por su empeño en sostener que la niña tiene dentro un demonio, opinión a la que ayudan los informes de la abadesa del convento, no menos fanática que su superior jerárquico.
Al rodarse gran parte del film en interiores, se echa de menos el potencial escénico de la ciudad de Cartagena de Indias, donde se rodó la película, lugar que ofrece rincones de sobra para haber enmarcado algo del ambiente de la época, pero el film renuncia a ello.
Un guión pobre y sin embargo una espléndida fotografía, acompañan a una película en la que, una vez más, la adaptación de una obra de García Márquez a la gran pantalla, se convierte en un objetivo malogrado.
El argumento de G. Marquez me gusta porque refleja lo que denominas el inmenso poder la Iglesia sobre todo tipo de personas a través de la Inquisición de aquellas monjas brujas que gobernaban los conventos.
ResponderEliminarEn este caso, la imagen que se da del obispo es la de un intransigente total y absoluto.
EliminarPorqué será que la mayoría de las obras de grandes escritores y literarios, trasladados a la gran pantalla, no tienen el éxito que se esperaba.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Pues ocurre a menudo, es cierto, pero en el caso de García Márquez es flagrante, quizá porque su mundo es difícil de llevar a la pantalla. No lo sé.
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