lunes, 21 de agosto de 2017

AMOR IDIOTA

Una pequeña crisis lleva a Pere-Lluc Solans (Santi Millán), el protagonista, a cometer un acto infantil, inmaduro y exhibicionista en un restaurante. Allí conoceremos a sus dos amigos y compañeros, Àlex (Marc Cartes) y Jordina (Mercè Pons), sobre todo esta última, que lo salva de la situación con determinación y muestra el tipo de amistad que mantienen, y que marca su relación. Al cabo de unos días, Pere-Lluc se entera de la muerte en Argentina de su amigo Nicco Zenone (Gonzalo Cunill), sale de copas, solo, para olvidar la pena, de regreso para casa, borracho, tropieza con la escalera de aluminio de una chica que se dedica a colgar banderolas en las farolas, cae al suelo y, medio conmocionado, se queda fascinado con ella.
Durante unas cuantas semanas intenta olvidar esa noche, con aquella aventura tan rara. Pere-Lluc se obsesiona más y más por la chica. Un día se acerca a la empresa donde ella trabaja y descubre a la chica con su marido, a punto de cerrar e irse para casa. En vez de dejarlo correr, los sigue hasta su casa, entra a escondidas y los espía desde fuera. Pere-Lluc recupera la energía que le ha faltado durante tantos años a causa de esta nueva situación. Se dedica a espiar a la chica sistemáticamente. Se vuelve descuidado y llega un momento en que es consciente de que la chica sospecha que alguien ronda alrededor de su vida, tanto en su casa, como en Barcelona, durante el trabajo nocturno.


Basada en una novela de Lluís-Anton Baulenas, de la que adquirió los derechos el realizador y productor del film, Ventura Pons, está ambientada en una Barcelona que, a pesar de los años transcurridos, aún recuerda el cambio sufrido a raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992.


La película pierde bastante cuando pretende ponerse seria y trascendente y reflexionar sobre la infelicidad y la muerte de un ser querido. Sin embargo, cuando recupera el tono de comedia, tiene sus momentos.
La verdad es que no sé lo que quisieron hacer con este film, pero su mayor logro, además de un par de gags bastante logrados, es su alto contenido erótico. Recuerdo que en la época del destape en el cine español, se hacía mucho hincapié en la diferencia entre erotismo y pornografía. Bien, pues esta es una película erótica que recomiendo a los amantes del género, que hay más de los que pueda parecer. Mucha, pero que mucha sugerencia y bastante carne mostrada con cierta elegancia, Cayetana Guillén Cuervo luce palmito y hasta Santi Millán pone la morcilla encima de la mesa (literalmente), así que los defensores del igualitarismo no pueden estar de queja.
No se molesten en buscar más cosas, pues como digo, cuando se pone trascendente, pierde el norte y puede perderlo el espectador si pretende sacar alguna conclusión de la historia que nos narra. Mejor dedicarse a mirar y ver sin buscar mayores conclusiones.




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