viernes, 26 de julio de 2013

EL LOCO DEL PELO ROJO

Vincent Van Gogh (Kirk Douglas) quiere seguir los pasos de su padre, pastor del Comité Belga de los Mensajeros de la Fe, sin embargo, los profesores que le han preparado para tal cometido, consideran que no es la persona adecuada para llevar a cabo esa labor. Ante la insistencia del interesado, le envían a Le Borinage, una región carbonífera de Bélgica, donde la mayoría de la población se dedica a la minería, viviendo en precarias condiciones. Tras un tiempo conviviendo con ellos, Vincent se da cuenta de la distancia entre la hipocresía de los métodos de quienes le han enviado allí y sus propósitos de pasar a la acción, por lo que abandona el lugar, regresa a la casa familiar y comienza a dedicarse a lo que de verdad le gusta, la pintura.
Empezará su largo proceso de aprendizaje y práctica con la ayuda inestimable de su hermano Theo (James Donald).



Vicente Minnelli, aunque rueda muchas de las escenas en estudio, el lugar en el que se encontró siempre más a gusto, saca su cámara a la calle y nos regala una colección de tomas exteriores sorprendentes por lo cuidado y medido de cada detalle que llega a nuestras retinas.


Con un trabajo inmenso de planificación primero y fotografía después, sabe ir dando vida a algunos de los paisajes y momentos de la vida cotidiana que el genial pintor nos legó en sus cuadros reconstruyendo hasta los más pequeños detalles.
El guión de film, basado en la novela del mismo nombre de Irving Stone, sabe mezclar sabiamente imágenes y recreaciones de sus más famosos cuadros con los retazos de la biografía del artista. Todo ello envuelto en una iluminación cálida que trata de acercarnos al mundo tal como él lo veía.


Hay que hablar del gran trabajo de Kirk Douglas. Él siempre estuvo convencido del parecido físico y pensaba que éste podía ser el papel de su vida. El caso es que nos ofrece una de esas interpretaciones sublimes en las que personaje y actor se funden hasta confundirse, transmitiendo al espectador toda la fuerza dramática y la angustia vital de su personaje.
Secundado por un Anthony Quinn que interpreta a Paul Gauguin con la eficacia y el buen hacer habituales en él y que con apenas diez minutos en pantalla, tuvo suficiente para llevarse el Oscar al mejor secundario.


Magníficamente retratada también la relación más que fraternal entre Vincent y Theo, como dice éste último en uno de los diálogos, somos más que hermanos, somos amigos.
Al final, este "Lust for Life" se convierte en algo más que una biografía sabiamente concebida, es todo un homenaje a las almas atormentadas, a tantos y tantos seres que día a día se estrellan contra el muro de la incomprensión que les rodea y que les impide llevar a cabo sus anhelos.
Además, estamos ante un film entretenido, agradable de ver, a pesar de lo angustioso del personaje central y técnicamente de gran nivel.




4 comentarios:

  1. Que gran película. Y como siempre Kirk Douglas inconmensurable. Vaya fotografía... y sobre todo que bien definido está la ambientación de la época y de los actores.

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    1. Lo peor el título en castellano, se ve que aquí se sabe (o se sabía entonces) bien poco sobre enfermedades mentales.

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  2. Tanto kirk Douglas como Anthony Quinn consiguen meternos en el papel, incluso con su parecido físico. Realmente es una película angustiosa por un lado y bonita al ver las obras de estos grandes pintores.

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