lunes, 23 de enero de 2012

EL INFIERNO DEL ODIO

Kingo Gondo (Toshiro Mifune) es un importante ejecutivo de la compañía Zapatos Nacional que planea llevar a cabo una jugada maestra para hacerse con el control de la empresa: Tras muchos años trabajando duro y ahorrando, ha conseguido una cantidad de dinero que le permitirá hacerse secretamente con un buen porcentaje de acciones. Su plan además va a llevarse a cabo en el momento más oportuno, ya que otros altos ejecutivos de la compañía le han ofrecido aliarse con ellos para hacerse con la empresa porque que su filosofía choca con la del dueño de la misma. Ellos quieren abaratar costes y hacer zapatos modernos pero de mala calidad, mientras que el jefe se ha quedado algo anticuado. Gondo rechazará la propuesta por discrepar con sus ideas y decidirá asumir él solo el poder.
Sin embargo, la misma noche en que va a iniciar la compra de acciones que le convertirán en el hombre más importante de Zapatos Nacional recibe una llamada telefónica de una persona que dice haber secuestrado a su hijo y que pide u n rescate de 30 millones de yens, una cantidad considerada desorbitada. Poco después de colgar el teléfono, Gondo y su mujer descubren que no es su hijo quien ha sido secuestrado, sino el hijo de su chófer. Pero eso no echa atrás al secuestrador, quien vuelve a llamar exigiendo el mismo rescate. Gondo entonces se encuentra con un serio dilema: Si no paga al secuestrador éste matará al niño y si paga no sólo no podrá hacerse con la empresa sino que quedaría arruinado pues ha hipotecado todas sus pertenencias.

Que a algunos no les gusta el cine de Kurosawa, es algo sabido, dicen muchos de lo que tal alegan que no entienden sus películas.
A todos esos, les animo a que vean este Arriba y abajo (que sería la traducción más o menos textual), lo van a entender todo, el maestro japonés se lo pone (nos lo pone a todos) de lo más clarito.

La primera media hora del film, transcurre en el salón de la casa del Sr. Gondo, con una estructura claramente teatral, donde los personajes entran y salen del espacio escénico y otros (el secuestrador), participan en la trama a través del teléfono.
¡Qué aburrimiento!, pensará más de uno. Puedo asegurar que no, casi sesenta minutos que no se hacen largos, en los que asistimos, primero a los intentos de los compañeros directivos de Gondo para que éste les secunde en sus planes y después a toda la tensión que provoca el grave dilema que se le plantea.

Todo ello con las varias llamadas del secuestrador, los intentos de la policía para localizarle y preparar las ulteriores actuaciones, la desesperación del padre del niño, los ruegos de la Sra. Gondo para que su marido pague, la traición de su más cercano colaborador y, al final, la soledad del protagonista a la hora de tomar la última decisión.
Aquí, sin que nos hayamos dado cuenta, Kurosawa ya nos ha atrapado, ya nos ha hecho participes de las dudas de Gondo como si fueran nuestras y nos hace pensar en lo que haríamos nosotros en su caso y, también, ha despertado en nosotros el interés por la intriga.

Durante el resto del film asistimos a la persecución policial, contada con todo detalle y nos adentramos, hacia el final de la peli en el mundo del hampa y la droga del que se nos hace un patético y realista retrato.
Hay más cosas, además de todo esto, de lo que a simple vista vemos y es que Kurosawa es un analista consumado y aquí hace una disección clarividente de algunos sentimientos humanos, pero también de la sociedad japonesa de su tiempo.

Sin hipocresía sin falsos moralismos, el realizador estudia la ambición, la envidia, la pesada carga que supone tener libertad de elección, la renuncia, el sentido del deber...
Nos ofrece un retrato crítico de esa sociedad japonesa que emerge tras la guerra, que sin abandonar algunas de sus milenarias tradiciones, está adoptando muchas cosas venidas de occidente, algunas buenas, pero otras, sencillamente, malas. Las abismales diferencias entre clases sociales, maravillosamente reflejadas en la casa de Gondo (todo un símbolo) y lo que ésta significa para los que la ven desde la parte baja de la ciudad.
Kurosawa aprovecha para criticar de manera mordaz a los bancos y prestamistas en general, entes sin corazón: Si puede permitirse pagar un secuestro, debe pagarnos a nosotros también, le dicen a Gondo. También da un repasito a la justicia y algunas leyes de su país, concretamente, la pena por secuestro, muy leve para el daño que ocasiona a quienes lo sufren. La policía se siente en la obligación de hacer pagar al culpable por lo que está haciendo sufrir al Sr. Gondo y hará lo imposible, tendiendo trampas y haciendo seguimientos al sospechoso, para reunir pruebas con las que poder acusarle de delitos castigados con más dureza.

Como siempre en las pelis del maestro, cuidados todos los detalles técnicos, con una magnífica planificación, encuadres medidos y exquisita composición de los planos.
El film todo, desprende un halo de modernidad.
Y ese toque de humo rosa en esta peli en blanco y negro.
Una maravilla y, además, muy entretenida.




8 comentarios:

  1. Animemos a todos aquellos que no conocen o no les seduce el cine del maestro Kurosawa a que vean ésta que Trecce presenta y otro puñado de grandes películas. Tengoku to Jigoku es del 63. En el periodo del 50 al 65 cosechó éxitos que llegaron a repercutir en el cine comercial de Occidente.

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    1. Algunos, con este film, hablarían de la obra maestra de más de un realizador, pero es de Kurosawa, que tiene tantas buenas películas...

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  2. Hola Trecce: Kurosawa es cine en estado puro,es poesía, es un maestro.Yo lo descubrí con "El cazador" "Dersu Uzala", jamás vi una película tan bella.Saludos!

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  3. No la he visto Trecce pero "tomo nota". Saludos amigo.

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  4. Ufff, al final entre tú y wittmann vais a gaveta que desempolve toda la filmoteca...

    Un saludazo.

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