Don Rafael Acosta (Fernando Rey), embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación.
El film ganó el Oscar a la Mejor película extranjera y estuvo nominado en la categoría de Mejor guion original.
Llena de sarcasmo e ironía, Luis Buñuel muestra las vergüenzas de toda una clase social que ha ido tomando prestados buena parte de los defectos de una nobleza a la que pretendía arrinconar y olvidándose de sus orígenes y del estrato humilde del que procedía, en ocasiones ahondando aún más, si cabe, la brecha social.
A través de la pretendida realidad o de los sueños (en ocasiones sueños dentro de sueños), va desgranando con ese particular sentido del humor del aragonés, sus relaciones interesadas y algo serviles con el poder (con los poderes), su hipocresía y, sobre todo, su dominio en el arte del fingimiento, rodeando su vida de disimulos, de una cortesía que esconde segundas intenciones, cuando no adulación en pro de sacar provecho de algo y la absoluta carencia de escrúpulos a la hora de conseguir lo que les interesa.
Cuando recurre al lenguaje metafórico, lo hace de manera sencilla de interpretar, con algunas secuencias y diálogos francamente geniales y graciosos en los que se intuye la pluma de su coguionista Jean Claude Carrière.
Humor corrosivo que, sin necesidad de recurrir a gags, consigue hacer divertido a la vez que profundo e ingenioso, este descarnado relato.
Una de mis preferidas de Buñuel. Además de corrosiva, es divertidísima.
ResponderEliminarMuy divertida.
EliminarMe la apunto. Un beso
ResponderEliminarMerece la pena.
EliminarRecuerdo que la vi hace años y no me importaría volver a verla. Gracias Trecce.
ResponderEliminarUn abrazo.
merece la pena.
EliminarUna variación, en cierto modo, de "El ángel exterminador".
ResponderEliminarAsí es.
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