Mitch Wayne (Rock Hudson) es un geólogo que trabaja para los Hadley, una familia de Texas rica gracias al petróleo. Mientras el patriarca, Jared (Robert Keith), trabaja duro en el negocio familiar, su irresponsable hijo, Kyle (Robert Stack), es un playboy alcohólico, y su hija, Marylee (Dorothy Malone), una caprichosa, enamorada casi de forma enfermiza de Mitch, pero éste, que la ve como una hermana, guarda en secreto su amor por la desesperada esposa de Kyle, Lucy (Lauren Bacall).
El guion adapta la novela Written on the Wind, del norteamericano Robert Wilder, publicada por primera vez en 1946.
El desmoronamiento moral de una familia rica, con un padre rendido a la evidencia de que sus hijos son unos malcriados egocéntricos, caprichosos y, en cierto modo, malvados con quienes han recibido de la vida bastante menos que ellos. Seres vacíos, indolentes, indiferentes al sentir ajeno, enfrentados al hombre perfecto, Mitch Wayne, el hijo que hubiera deseado tener y que derrocha tanta corrección que llega a resultar empalagoso.
Rock Hudson era la estrella, en la cumbre de su carrera, pero el gran papel lo tiene Robert Stack con su personaje atormentado, sin rumbo, alcohólico por aburrimiento y sin capacidad de redención.
Douglas Sirk navega por estas aguas que tan bien domina, con soltura, acercándonos una historia envuelta en ese cromatismo de colores saturados que, en algunos momentos, remarca la maldad de alguno de sus personajes, hasta llevarnos a un final con una carga altamente moralizante.
Sin embargo, el personaje de Rock Hudson resulta demasiado perfecto y, en cierta manera, Sirk parece empatizar con los hijos malcriados del magnate del petróleo, enfrentados a una trágica soledad, víctimas de sus debilidades.
ResponderEliminarYa comento que su corrección puede resultar un tanto empalagosa.
EliminarOtro sólido melodrama del maestro Sirk.
ResponderEliminarCon la habilidad, el arte y la maestría con que tan bien se desenvolvía en este tipo de películas.
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