Eve Vernet (Catherine Frot) fue la mayor cultivadora de rosas, creaba las flores más hermosas del mundo, pero ahora está pasada de moda, amargada, al borde de la bancarrota y a punto de que su empresa sea comprada por un poderoso competidor. Además, Vera (Olivia Côte), su fiel secretaria, contrata a tres empleados sin conocimientos de jardinería.
Partamos de la base de que es una película sencillita, sin embargo tiene algunas cosas destacables, seguramente la principal es el ambiente en que se desarrolla: El mundo de la floricultura. El francés Pierre Pinaud, es un apasionado de las flores que, al parecer, también cultiva y se ve que conoce bien el mundillo. Sin pretender ser didáctica, la película en cierto sentido lo es, pues a lo largo de ella asistimos a las diferentes etapas del cultivo, desde la obtención de las semillas, hasta la recolección, pasando por las etapas intermedias y, aunque sea de manera breve, conocemos en que consiste y cómo se hace un injerto y, con más detalle, en este caso, aunque también de forma somera, el proceso de hibridación de las rosas.
¿Que puede haber mucha gente a la esto le trae al fresco?, seguramente, pero a quien le llamen la atención estas cosas, la película le resultará bastante placentera.
Otro aspecto es el relativo a las relaciones humanas. Los tres empleados que contrata la servicial Vera, forman parte de un programa de inserción social, vamos que son gente con problemas diversos, uno de ellos es un delincuente. Aquí el film reflexiona sobre las segundas oportunidades, el respeto, la empatía y confiar en la gente para que en sus trabajos, aparte de cumplir su cometido, puedan tomar iniciativas y la importancia de que su labor se vea valorada y recompensada por humilde que resulte.
Hay otro capítulo, no menos interesante: La dificultad que encuentra en nuestras sociedades tan mercantilizadas, el trabajo artesanal. Eve contempla como su empresa está al borde de la ruina devorada por una macroempresa que se dedica al cultivo de flores a gran escala, con métodos modernos a los que ella no va atener acceso por falta de capacidad de inversión, pero también porque prefiere seguir haciendo las cosas como se han hecho siempre, es decir, cuidando ella, personalmente de todos y cada uno de los procesos. Esto lo vemos en prácticamente todos los sectores, incluso los relacionados con el sector primario de producción, lo que lleva a que los productos sean de peor calidad, pero las ganancias se multipliquen.
Es cierto que el film, salvo en el asunto central, el de las rosas, pasa por los demás aspectos un poco de puntillas, y de forma tan amable que pierde fuerza, no obstante, yo quiero quedarme con una frase del propio realizador y coguionista del film: “Me gustaría que al ver la película la gente se quede pensando que la búsqueda de la belleza puede justificar que le dediquemos nuestra vida. Si tuviera que elegir un epígrafe para mi película, sería esta frase del creador belga de rosas Louis Lens: ‘Quien se dedica a la pasión por la belleza nunca desperdiciará su vida’”.
Hola.
ResponderEliminarPues quiero verla. Mi madre tuvo floristería y además en la finca tenemos rosales así que no nos traen al pairo las hibridaciones, jejejeje.
Apuntadísima.
Muy feliz miércoles.
Te gustará.
EliminarComplicado el dilema de quien se plantea contratar a alguien con antecedentes penales.
ResponderEliminarLa empresa andaba mal de fondos y al estar los trabajadores en un programa de reinserción, se ahorraban los seguros sociales. A lo largo del film se verá como el delincuente ayuda a Eve precisamente gracias a sus "habilidades".
EliminarInteresante planteamiento. Y si, además, la protagoniza Catherine Frot, me encantará verla.
ResponderEliminarCatherine Frot es realmente el alma de la película, hasta el punto de que, en algunos tramos, el resto de papeles parecen pensados para ser meros acompañantes de la estrella francesa.
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